Existen extrapolaciones conceptuales desde el ámbito de la psicología conductista al ámbito histórico social que obstaculizan la comprensión de los fenómenos de la comunicación social, ya que poseen una postura reduccionista que "intenta reducir lo social a lo animal"[1], privilegiando a los agentes externos como factores determinantes de la conducta.
Por otra parte, han sido utilizadas para respaldar posiciones político-sociales autoritarias y legitimar las tecnologías de control social, ejercidas por especialistas[2] que intentan mantener o cambiar la conducta de los seres humanos.
El eje del trabajo se desarrolla en torno al análisis comunicativo de un ejemplo político de esa utilización de las ideas neoconductistas[3] para respaldar posiciones políticas autoritarias, el leninismo -al que se le adhiere el stalinismo y el maoísmo- para luego contraponer esas posiciones con lo que implicaría hablar de un sistema comunicativo democrático.
Creo que la elección del leninismo soviético como ejemplo central de aplicación neoconductista a la política no es casual. Es una provocación para reflexionar acerca de aquella frase que dice que "los extremos se rozan". Ideas surgidas en el país capitalista por excelencia (EEUU), son utilizadas políticamente por el país comunista por excelencia (la URSS).
1. El diseño de una cultura. De la descripción a la manipulación.
Para la introducción de este aspecto, Simpson cita un análisis de Otto Lerbinger a las teorías conductistas, quien considera que las técnicas de persuasión son una alternativa al uso violento del poder, ya que conforman un "intento de control del comportamiento humano". Estas técnicas constituyen en verdad toda una "ingeniería del consentimiento", que según Simpson tiene como objetivo final crear "lo que Wright Mills llamó el analfabeto psicológico y Andrew Hacker el hombre predecible", que anula la capacidad de los individuos a elegir subjetivamente.
Estas concepciones están basadas según Simpson en las ideas de J.B. Watson, quien ve al hombre como a un autómata[4] al que hay que llenar de contenidos. A tal punto defendía esa postura, que Watson afirmó: "Denme una docena de lactantes sanos, bien formados, y me comprometo a hacer de cada uno de ellos, al azar, cualquier tipo de especialista: médico, abogado, artista, jefe de ventas e incluso mendigo y ladrón, independientemente de su talento, tendencias, vocaciones y la raza de sus antepasados". Para entender esta afirmación, es necesario tener en cuenta los dos principios de la psicología conductista:
Si a una conducta le sigue un estímulo reforzante, la repetición de dicha conducta se hará más probable en futuras situaciones similares.
Cuanto más reciente es la respuesta que se ha dado a un estímulo, más alta es la probabilidad de que aquélla se vuelva a producir.
Según Simpson, estas ideas se conectan con la técnica de la repetición, descripta por Lerbinger como la presentación repetida de un estímulo por parte de un comunicador que "espera que su incesante martillar lleve el mensaje hasta su objetivo". Se perfila aquí un cambio de orientación. Mientras que la psicología introspectiva se dedicaba, a partir de sus métodos, principalmente a la descripción, la tendencia watsoniana va más allá y se aventura en la manipulación, en base a un reduccionismo que confina lo psíquico e histórico-social al ámbito de los físico y lo biológico[5]. Se postula de esta forma una tecnología de la conducta[6] (para manipularla), pero Skinner la extrema al afirmar que la misma debe aplicarse a la tarea de diseñar intencionalmente una cultura: "Diseñar una cultura es parecido a diseñar un experimento", pero "en un experimento estamos interesados en lo que sucede [descripción]: al diseñar una cultura, lo que nos interesa es si funcionará o no [manipulación en base a un criterio de eficacia]".
Siguiendo a Simpson, en Skinner aparece una idea que coincide con la literatura del período estalinista: la idea que justifica la restricción de las libertades y el ejercicio del terror en nombre de las futuras generaciones.
La pregunta central que se plantea en el texto frente a Skinner es la de saber a partir de qué sistema de valores se creará esa nueva cultura y quiénes serán los especialistas a cargo de la tarea de crearla. Según Simpson, la respuesta que da Skinner es la siguiente: "no debemos preocuparnos por tales interrogantes, pues de todo ello se encargarán los aparatos del poder y sus servidores".
Poster de la Revolución Cultural China, iniciada en 1966.
2. Conductismo - Leninismo. El agente externo y más analogías.
Según Simpson, hay sorprendentes analogías entre algunas concepciones y usos del conductismo y el pensamiento de Lenin, así como el de sus prolongadores Stalin y Mao Tse-Tung.
Tanto el leninismo como el conductismo tienden a un propósito semejante[7]: reforzar o modificar la conducta, y en ambos casos el individuo y la masa son vistos como meros objetos de un manipulador externo, ya sea el terapeuta-policía de Skinner o los educadores de la vanguardia político-ideológica.
Y uno se pregunta, ¿por qué aquí Simpson no habla de la vanguardia de la clase obrera y dice "vanguardia político-ideológica"? Porque evidentemente no pertenece a la clase obrera, es externa a ella. Según dice Lenin -citando a Kautsky- en ¿Que hacer? "es del cerebro de algunos miembros de [la intelectualidad burguesa] de donde ha surgido el socialismo moderno (...) De modo que la consciencia socialista es algo introducido desde fuera (...)". Es necesario entonces "literalmente llenar al proletariado [de la consciencia de su situación] y de su misión".
Simpson destaca el uso de terminología conductista que hay allí presente y conecta esa idea conductista de "llenar" e "introducir desde fuera" con la idea leninista-stalinista-maoista de que "los medios masivos y las organizaciones sociales son meras 'correas de transmisión' desde la cúpula dirigente a la base, lo cual justificaría el monopolio de esos medios por parte del poder, que se ejerce en nombre de la clase bajo tutela: es la clase a la que se debe llenar, educar, dirigir, para que adquiera conciencia de su papel histórico y pueda, así, modificar su comportamiento".
En la misma línea, Camilo Taufic[8] sostiene que "los problemas de la comunicación en las sociedades modernas se reducen a la eficacia del control y de la dirección desde la cima del poder", en tanto considera que "'informar' equivale a 'dirigir'" y que "el objeto principal de la comunicación es la persuasión". De esta manera, Taufic lo que hace es afirmar el papel hegemónico del emisor e ignorar el derecho a la participación, es decir, el derecho que los receptores tienen a transformarse a su vez en productores de mensajes. La prensa sería entonces "una forma de dirección política [que] (...) debe desempeñar funciones de propagandista, agitadora, organizadora, educadora y crítica de masas, dentro de los marcos (...) del partido de la clase obrera". Evidentemente este autor impulsa la idea de establecer un monopolio estatal socialista de los medios, cuya función sería hacer propaganda al servicio de la cúpula dirigente.
Pero según Simpson, quien ha llevado más lejos los procedimientos para la manipulación de masas ha sido Mao Tse-Tung. Además de los métodos tradicionales[9], Mao hizo una articulación de radiodifusión y altavoces que permitió cubrir la totalidad del vasto territorio chino. El objetivo era la audición colectiva de los programas del Partido Comunista, un adoctrinamiento intensivo en campañas concentradas, para así reformar el pensamiento popular y "llenar" de conciencia a las masas. Como dice Liu, Mao organizó a China para escuchar, es decir "cristalizar a la población en el papel único de múltiple receptor pasivo", para realizar el sueño de "transformación espiritual de la población", cosa que por otro lado no logró, pero como dice Simpson, lo importante es que lo intentó.
Por supuesto que esa combinación radioemisoras-altavoces estuvo complementada por un control total de los medios de comunicación e información, por lo cual transformaron a todos los medios en una inmensa correa de transmisión supervisada por el poder. Nuevamente, como señala Simpson, aparece el propósito común a Watson, Skinner, Lenin, Stalin y Mao de "modelar al hombre y a la sociedad a partir de la voluntad de un agente externo".
3. Derivaciones de la línea de pensamiento: una teoría de la comunicación.
Según analiza Simpson, esta "invariable" del factor externo infiere una teoría de la comunicación que remite al modelo de Laswell, quien afirma que para describir cualquier acto comunicacional es necesario responder a los cinco interrogantes: ¿Quién / dice qué / en qué canal / a quién / y con qué efecto?
Este modelo propone como único sujeto activo del proceso comunicacional al primer Quién, emisor y difusor del discurso, atento a los efectos del mismo sobre el otro polo del proceso comunicacional representado por el receptor. De esta forma no se contempla la posibilidad de ambivalencia de roles emisor-receptor y tampoco el feed-back, por lo tanto se trata de un modelo unidireccional.
Siguiendo el pensamiento de Simpson, este modelo es absolutamente afín con la teoría conductista estímulo-respuesta y con las teorías leninistas de la conciencia de clase y del partido de vanguardia, así como también con la teoría leninista-stalinista de las "correas de transmisión".
Aparece así un predominio del emisor/sujeto estimulador/Partido-Estado sobre el polo que se concibe como pasivo (receptor/sujeto experimental/audiencia de medios masivos y miembros de organizaciones sociales). En los tres casos, esta presente el elemento externo que según Simpson "se asume como Sujeto absoluto y que posee el saber y el poder que le permiten actuar con el propósito de lograr una respuesta ideológica y/o conductual".
Hay entonces siguiendo a Simpson una división jerárquica del trabajo entre emisores y receptores, entre los que mandan y los que obedecen, y -en el caso de las teorías leninistas y leninistas-stalinistas- "entre los que poseen el monopolio del discurso, sustentado en el monopolio del poder político y económico, y el conjunto de la sociedad civil asfixiada por el Estado tentacular".
4. Oposición al modelo autoritario: una teoría democrática de la comunicación social.
Paradójicamente, según afirma Simpson es posible inferir elementos para una teoría democrática de la comunicación social a partir de algunos textos de Marx (no todos). Esa teoría democrática implica básicamente la posibilidad real de la ambivalencia de roles entre emisor y receptor.
En relación a esto último, Simpson cita una frase de Marx : "Consideramos que la emancipación de la clase obrera debe ser obra de la propia clase obrera (...)". Este énfasis puesto en la autoemancipación del proletariado implica para Simpson que éste último se constituye en el "emisor y receptor de su propio discurso histórico, es decir, que determina su propio destino sin necesidad de élites clarividentes que decidan por él". De esta manera, existe un rechazo a todo monopolio discursivo, político y económico, y se afirmaría en la posibilidad real de autoexpresión un principio básico de la democracia política, social y comunicacional.
Se ve entonces, cómo Lenin, partiendo de Marx pero pasando por el neoconductismo, produce un desplazamiento del sujeto histórico en favor de la élite. Según Simpson, de la idea de la incapacidad de las masas, se pasa a la sobrevaloración de las élites; a partir de aquí, y una vez que la élite toma el Estado, se produce un salto lógico notable: se legitima el poder minoritario -supuestamente sustentado en la posesión del saber- a través de un artículo de la Constitución política, confiriéndole a ese saber una base jurídica, legal, institucionalizada. Es esta, según Simpson, una práctica propia del pensamiento conservador, por la cual se legitima el poder no democrático ejercido por las minorías ilustradas sobre el conjunto de la sociedad.
5. Un método para analizar el componente democrático de las sociedades.
Según dicen Abrahan Moles y Claude Zeltmann, "en una sociedad totalmente democrática e irrealizable habría la misma cantidad de emisión que de recepción (...) Cabe, pues, definir los tipos de sociedad por su relación media de emisión-recepción".
En tanto la comunicación es constitutiva de lo social, este método es para Simpson muy fecundo para el análisis de modelos de sociedad. En tanto la concentración del poder económico-político implica la concentración del poder de producción y difusión del discurso social, un desequilibrio entre las tasas de emisión y recepción expresaría las relaciones reales de poder en el conjunto de la sociedad.
Este método sirve entonces para detectar la división jerárquica del trabajo entre emisores y receptores que se da en una sociedad[10], con el objetivo de intentar suprimirla aumentando los promedios de emisión, ya que como dice Simpson "no es posible hablar de sistemas democráticos y participativos cuando la investigación demuestra que los índices de recepción sobrepasan holgadamente a la tasa media de producción y difusión de mensajes, cuando predominan estructuras verticales y unidireccionales de comunicación".
Máximo Simpson Grinberg. Leninismo, Neoconductismo y Comunicación Social, Buenos Aires, Instituto Di Tella, 1989.
[1]Según palabras de Patricia Nève.
[2]Que siguiendo a Skinner pueden ser policías, sacerdotes, propietarios, maestros o terapeutas, entre muchos otros.
[3]Se denomina neoconductismo en tanto es una extrapolación simplificadora del estudio de las conductas animales a las del hombre.
[4]Como una máquina constituida por una red de reflejos con distintas respuestas encadenadas unas a otras en función de estímulos externos.
[5]Como afirma Skinner, "para llegar a un análisis científico de la conducta no necesitamos intentar descubrir qué son y qué no son personalidades, estados mentales, sentimientos, peculiaridades del carácter, planes (...) o cualquier otro requisito de un problemático hombre autónomo", sino tan sólo "prestar atención (...) a la relación existente entre la conducta y su ambiente".
[6]"Éticamente neutra" para Skinner.
[7]Más allá de que el leninismo intente influir en la conciencia, mientras que el conductismo la ignore, para concentrarse en el comportamiento objetivo, observable y cuantificable.
[8]Inspirado en la cibernética y Lenin, y en afinidad con Skinner.
[9]Como por ejemplo: reuniones de discusión y asambleas en fábricas y comunas; publicación masiva de las obras de Mao y clases de estudio de las mismas en zonas agrarias, fábricas, estaciones ferroviarias, muelles, viviendas y escuelas nocturnas de política.
[10]Más allá de la ideología autoproclamada por el sistema imperante en esa sociedad.