Naturaleza cerca y balsa con parrilla. Chañarmuyo, La Rioja, Argentina.
Fecha de publicación: Oct 10, 2012 2:56:35 AM
Existe un concepto bastante difundido para pensar la economía política argentina desde un punto de vista territorial, que consiste en pensar el desarrollo del país como si estuviese en 2 velocidades.
Por un lado, habría economías y sociedades locales modernas, ilustradas, dinámicas, insertas en distintos circuitos productivos globales, brindando servicios, colocando bienes industriales o proveyendo de forma masiva commodities agrícolas y sus derivados, con diferentes grados de industrialización. Estos entramados productivos y sus sociedades son habitualmente puestos como modelo a seguir.
Por otro lado, se muestra una contracara tan simplificada como la anterior, el país lento, desconectado del mundo, subsidiado, mal educado, feudal, todavía no modernizado y masivamente pobre.
Se argumenta que esa clase popular de lenta velocidad, no republicana y que permanece con una idea de orden social jerárquico, permite la existencia de liderazgos atroces, autoritarios y violentos, capaces de someter a grupos humanos extensos.
Pero los ciudadanos republicanos, ilustrados y liberales, caen también en atrocidades cuando incentivan el desarrollo de un sistema económico que, aún matizado por el Estado de bienestar socialdemócrata, deriva en un darwinismo social estresante y cruel, que mediante el consumismo somete a las clases trabajadoras y medias, que desempeñan el rol de demanda requerida.
¿Quién vive mejor? ¿El lugareño subsidiado de casa de adobe, que cobra planes, changuea cuando ouede y está inserto en su red de cultura popular, o el trabajador estresado de ciudad, desesperado por consumir aquello que lo diferencie o lo posicione como ser valioso en la red de relaciones competitivas de su clase?
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