Fecha de publicación: Oct 30, 2023 11:15:38 AM
Año 2019. Diciembre. Antikirchneristas y macristas resentidos no esperaban ni una semana de gobierno para decir con total seguridad que Alberto sería un títere de Cristina. No esperaban ni una medida, ni un gabinete: ellos ya habían decidido que el gobierno de Alberto sería un capítulo más del kirchnerismo, y lo atacarían por ahí, de forma sistemática y paciente con sus dos mayores cañones: Clarín y La Nación.
Mientras tanto y en sentido contrario, el primer slogan de Presidencia era "Argentina Unida" y la versión debut del gabinete mostraba un perfil mayoritario socialdemócrata con una minoría de ministros kirchneristas. Pero no importaba: la oposición ya había decidido que su propio factor de unidad y de pelea sería definir al gobierno como kirchnerista y disputarle desde la grieta.
Repasemos ese primer gabinete. Simplifiquemos analizando solo al Jefe de Gabinete y los 20 ministros, sin detenernos en las 108 secretarías y 176 subsecretarías que había en aquel entonces, ni en otras dependencias públicas como direcciones o empresas del Estado.
Vayamos un poco más allá y ordenemos los ministerios de acuerdo a su poder relativo, tomando en cuenta las siguientes variables:
la cantidad de empleados de Alta Dirección Pública de cada ministerio que informa la Jefatura de Gabinete de Ministros cada 3 meses;
el peso de cada ministerio en la definición de la agenda pública en los últimos años;
la criticidad habitual de las competencias de cada ministerio para la gobernabilidad general y para el éxito o el fracaso de las políticas públicas del gobierno;
el presupuesto que maneja.
Bajo estas premisas, y sin pretensión científica dado que no estoy siguiendo un método riguroso y estoy mezclando criterios objetivos y subjetivos, veamos cómo estaba conformado ese primer gabinete, en orden relativo de importancia:
Ministro de Economía: Martín Guzmán. De Alberto.
Jefe de Gabinete: Santiago Cafiero. De Alberto.
Ministro de Desarrollo Social: Daniel Arroyo. De consenso.
Ministro de Desarrollo Productivo: Matías Kulfas. De Alberto.
Ministra de Seguridad: Sabina Frederic. De Alberto.
Ministro del Interior: Eduardo de Pedro. De Cristina.
Ministro de Relaciones Exteriores: Felipe Solá. De consenso.
Ministro de Obras Públicas: Gabriel Katopodis. De consenso.
Ministra de Justicia: Marcela Losardo. De Alberto.
Ministro de Salud: Ginés González García. De consenso.
Ministro de Educación: Nicolás Trotta. De Alberto.
Ministro de Trabajo: Claudio Moroni. De Alberto.
Ministro de Agricultura: Luis Basterra. De Cristina.
Ministro de Transporte: Mario Meoni. De Massa.
Ministro de Cultura: Tristán Bauer. De Cristina.
Ministra de Desarrollo Territorial: María Eugenia Bielsa. De Alberto.
Ministro de Defensa: Agustín Rossi. De consenso.
Ministro de Turismo: Matías Lammens. De Alberto.
Ministra de las Mujeres: Elizabeth Gómez Alcorta. De Cristina.
Ministro de Ciencia: Roberto Salvarezza. De Cristina.
Ministro de Ambiente: Juan Cabandié. De Cristina.
De los 21 iniciales, 9 eran de Alberto, 6 de Cristina, 5 de consenso y 1 de Massa. Es decir, que casi la mitad del gabinete era del presidente, y lo mismo pasaba si analizamos al top 10. En cambio, en ese top 10, Cristina solo puso a un ministro. Como vemos, no había muchas evidencias de un Alberto títere, por más que Clarín, La Nación y Juntos por el Cambio insistieran con la idea.
Pero el tiempo pasó. E inmediatamente pasaron cosas: pandemia, cuarentena, guerra en Ucrania, tremenda sequía y -ya en la despedida- una nueva guerra. Factores exógenos, a los que se sumó uno endógeno: el de la facción kirchnerista del gobierno, que se encargó de avanzar sobre Alberto bloqueándole su gobierno y comiéndole fichas hasta tornar verosímil la acusación titiritera.
Repasemos:
Al Jefe de Gabinete lo entregó por Manzur, que amagaba con instalar así su propio proyecto presidencial, pero Alberto lo desgastó hasta finalmente retomar el control de la jefatura con la figura de Agustín Rossi, devenido albertista tras su expulsión de Defensa en 2021 y a quien también forzó como vicepresidente en la fórmula con Massa, acaso su última decisión de peso como presidente.
La cesión del jefe de gabinete por Manzur le permitió quitarle Relaciones Exteriores al grupo de consenso, reemplazando intempestivamente a Solá por Cafiero.
Economía y Desarrollo Productivo los cedió en un mismo acto a Massa, quien como superministro también sumó Agricultura, entregado por Cristina. El Frente Renovador terminó así con el equivalente a 4 ministerios de 2019, dado que Massa conservó el control total de Transporte.
Justicia, un ministerio sensible para Cristina, lo cedió al kirchnerismo, y lo mismo hizo con Desarrollo Territorial, entregado al vicepresidente del Instituto Patria, Jorge Ferraresi, quien luego lo cedió a su secretario Maggiotti. Defensa tuvo un destino similar: inicialmente en manos de una persona que en 2019 era de consenso como Rossi, lo cedió por presión de Cristina a Jorge Taiana.
Desarrollo Social transitó ministros de consenso hasta que Alberto lo ganó con Victoria Tolosa Paz. Un camino opuesto siguió en Educación, donde a la mala gestión de su ministro Trotta la corrigió con una persona de consenso como Jaime Perczyk.
Turismo, Trabajo y Seguridad los conservó, pero en este último caso alteró completamente el perfil ministerial con un aliado todoterreno preparado para la disputa con Berni: Aníbal Fernández.
Obras Públicas permaneció con Katopodis, el único ministro de consenso que sobrevivió en el mismo puesto los 4 años. Salud tuvo un destino parecido: si bien Alberto entregó a Ginés, el ministerio permaneció en manos del consenso, con una ministra como Vizzotti.
Interior, Cultura y Ambiente los conservó Cristina sin cambios, de principio a fin del gobierno de Alberto. En cambio, Mujeres y Ciencia los cedió a ministros de consenso como Mazzina y Filmus.
Si hacemos un repaso, las patas de la alianza en el gobierno tuvieron el siguiente recorrido de control ministerial (en la denominación de ministerios de 2019):
Alberto: comenzó con 8 ministros y terminó con 5, conservando como aliado al jefe de gabinete. Balance: -3. Ninguno de sus ministros aliados permaneció en el puesto los 4 años.
Cristina: comenzó con 6 ministerios y terminó con 6. Balance: 0. La mitad de sus ministros permaneció en el puesto durante todo el mandato (el mayor porcentaje de continuidad de las 3 facciones).
Massa: comenzó con 1 ministerio y terminó con 4, de los más importantes. Balance: +3.
Consenso: mantuvo el control de 5 ministerios, pero solo 1 de ellos se mantuvo en el puesto los 4 años.
En el balance final, y si forzásemos la idea de "títere", se podría decir que Alberto terminó de títere de Massa gracias a Cristina. Y si fuésemos más allá, podríamos decir que, en verdad, tanto Alberto como Cristina terminaron de títeres de Massa. Mientras ellos se desgastaron en su pelea, hicieron lo mismo con la gobernabilidad de su propia gestión, y ambos tuvieron que entregarse al liderazgo de Massa para garantizar un final de mandato en paz.
Alberto no dio el paso de rebelarse ante Cristina. No lo hizo pos traición #1 PASO 2021. No lo hizo pos traición #2 acuerdo FMI con renuncia de Máximo y voto negativo de legisladores kirchneristas. No lo hizo ante las demoras de la secretaría de Energía en instrumentar la reducción de subsidios. No se sabe qué hubiese pasado si no se hubiese hecho pública la fiesta en Olivos tan solo 1 mes antes de las PASO 2021. Pero es contra fáctico y lo cierto es que no rompió con Cristina.
Massa tomó nota y vio que en el deterioro de la pareja presidencial se abría una grieta para su proyecto, ideológicamente afín a Alberto, pero enfrentado en cuanto a ambición personal. Tras meses de desgaste, el retroceso del presidente comenzó a penetrar en la gestión económica, hasta que llegó la entrega de Kulfas a Scioli. Massa vio ahí la semilla de un potencial competidor, y entonces lo empezó a operar a Guzmán, quien vio que ya no tenía margen para nada y presentó la renuncia.
Tras la designación de Massa como ministro de Economía y como última opción luego del fugaz experimento Batakis, Alberto transitó los meses hasta el cierre de listas de junio de 2023 como un presidente que si bien retuvo el control de 5 ministerios, entregó a todos los que Cristina le cuestionó, con excepción de Cafiero. Y de él mismo, dado que continuó tratando de instalar la posibilidad de su reelección, aunque más no fuera para conservar poder de negociación de cara al cierre de listas de las PASO 2023.
Luego de ellas, incluso eso se desvaneció. Alberto hizo campaña por Massa de la manera más autodestructiva: entregándose a él mismo. Se borró de la discusión pública. Cerró su agenda. Abandonó los medios. No hizo ninguna campaña publicitaria para contrarrestar o al menos cuestionar la idea del "peor gobierno de la historia" que instaló la oposición.
Podría haberse dedicado a comunicar los logros conseguidos por el país bajo su presidencia: la ley del aborto, la creación del ministerio de las mujeres, desocupación del 6,2%, creación de empleo industrial, pandemia superada sin colapso del sistema de salud, obras públicas, renegociación de la deuda con acreedores externos y FMI, incremento de la producción energética de Vaca Muerta, el gasoducto Néstor Kirchner, el saneamiento del Riachuelo y un largo etcétera.
Todo gobierno tiene cosas buenas por comunicar. Pero eligió callar. Prefirió no entorpecer la campaña de su ministro. Eligió no cuestionar en el corto plazo su rol en la historia, acaso confiando en que el tiempo lo ubique en un lugar menos cruel que el del presidente títere y ausente que hoy día lo despide. No fue traidor con los suyos. O en todo caso, lo hizo también con él mismo.
Simplemente no supo, o no pudo, fabricar el poder que necesitaba.