Para el estructuralismo el sistema global capitalista funciona como un proceso coherente en el que algunas sociedades -desarrolladas- dominan a otras -subdesarrolladas-, siendo el subdesarrollo de unas condición para el desarrollo de las otras.
De esta manera, la idea de desarrollo -como evolución de tendencias lineales dentro del sistema- es descartada. Por el contrario, al interior del sistema las posiciones son fijas: el actor histórico es determinado por la posición de dominante o dominado que asume en la estructura, y no podrá cambiar nada si no modifica totalmente el sistema, que es el que engendra la desigualdad y la dominación.
De modo que el desarrollo dentro del sistema es descartado, y en el largo plazo se lo podría pensar como un proceso de rupturas en el que se va pasando de un sistema a otro por medio de acciones revolucionarias que atacan a los sistemas en sus contradicciones principales, aquellas capaces de frenar su reproducción y destruirlos.
Así es que, en el corto y mediano plazo, en lugar de pensar en el desarrollo, la agenda se concentra en la revolución. La preocupación fundamental está en saber cuál es la contradicción principal del sistema, cuál es la estructura determinante sobre la cual actuar de manera revolucionaria.
Sólo de manera indirecta, por referencia a la producción intelectual del marxismo pueden encontrarse algunas líneas de cómo actuar, cómo constituir una vanguardia capaz de organizar una acción efectiva. La teoría de la dependencia en sí no da muchas pistas al respecto, siendo esta una de las críticas más fuertes que le realiza Fernando Henrique Cardoso[1].
Pero además, mientras no hay respuestas los interrogantes planteados, el estructuralismo no propone ninguna acción de corto plazo dentro del sistema. Así es que, como dice Arocena, “esperando la jornada en que todo será cambiado, habría que asistir pasivamente al espectáculo del hambre, de la muerte de los niños y la desertificación de las tierras. Antes del cambio no hay respuesta al drama del subdesarrollo”[2].
Pero además de esto, Cardoso tampoco comparte el rechazo del estructuralismo al “desarrollo dentro del sistema”. De acuerdo a las evidencias históricas, afirma que dentro del sistema, incluso en las sociedades dependientes, se producen cambios estructurales, de modo que “los sistemas no se reducen a la reproducción perpetua de los mismos efectos”[3] y sí tiene sentido pensar al desarrollo dentro del sistema.
[1] Cardoso, Fernando H., “Notas sobre el estado actual de los estudios sobre dependencia”, Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, nº 4, 1972, citado por Arocena, op. cit., págs. 83 y 84.
[2] Op. cit., pág. 83.
[3] Op. cit., pág. 84.