En este artículo analizaremos las relaciones que plantea Máximo Simpson[0] entre la teoría política y la comunicación, para luego profundizar en algunas de las diferentes concepciones de democracia que circulan en la actualidad, sus diferentes ideas sobre la participación y sus posturas divergentes sobre la relación y la división entre Estado y sociedad civil.
La distinción fundamental que organiza este trabajo es la que diferencia a las dos principales corrientes teórico-políticas que han permanecido en la historia occidental -con diferentes expresiones- por unos 2400 años[1]:
la corriente autoritaria-totalitaria
y la corriente democrática.
1. La corriente autoritaria-totalitaria.
1.1. Origen[2]
Se remonta al pensamiento de Platón (428-347 a.C.) y su concepción totalitaria colectivista de la política y de la sociedad, que suprime los proyectos de vida individuales y sostiene la idea del "filósofo-rey", en la cual el ejercicio del poder político por parte de una élite se justifica por la posesión de un saber unívoco identificado como verdadero y por lo tanto incuestionable[3]. Se excluye así el requisito del consenso para el ejercicio del poder y se exige a la sociedad una homogeneidad absoluta en todos los aspectos de la vida, homogeneidad que idealmente se conseguiría por la obediencia a las leyes, definidas éstas a partir de los modelos a los que la élite adhiere.
En La República, Platón afirma "De todos los principios, el más importante, ya sea hombre o mujer, es que ninguno debe carecer de un jefe. Tampoco debe acostumbrarse el espíritu de nadie a permitirse obrar según su propia iniciativa, ya sea en el trabajo o en el placer. Lejos de ello, así en la guerra como en la paz, todo ciudadano habrá de situar la vista en su jefe, siguiéndolo fielmente y aún en los asuntos más triviales deberá mantenerse a su mando".
Platón desea una sociedad tradicional, unívoca, establecida, inmutable en el tiempo[4] y respetuosa de las normas y las leyes sociales. Una frase resume todas estas características de su pensamiento: "(...) En todo, excepto en lo que es un mal, no hay nada más peligroso que el cambio", por lo tanto afirma que son necesarias leyes fijas durante largos períodos de tiempo. Así, Platón considera que "(...) pasando toda su vida de la misma manera, viviendo los mismos placeres, la ciudad y los ciudadanos seguirán siendo los mismos y, pareciéndose unos a los otros en la medida de lo posible, vivirán perfectos y felices".
Las leyes, cuyo juicio se declara idéntico al de la misma verdad, son fundamentales para este esquema, sobre todo en el caso de los adultos. Los niños y los jóvenes, con sus almas tiernas, suelen ser el blanco identificado para la educación persuasiva, aunque no están exentos de la obligación de obedecer las leyes, sobre todo las referidas a su educación.
La norma más justa y de máxima excelencia que Platón conoce es aquella ley que consigue que todos, en la medida de lo posible, alaben y censuren con absoluta unanimidad y que tengan los mismos motivos de alegría y de aflicción. Además, una legislación correcta debe pretender que la ciudad sea lo mejor posible y los más feliz que pueda, es decir, debe procurar a los ciudadanos la mayor felicidad y tanta amistad mutua como sea posible. Para que la población se mantenga en un estado emocional estable y equilibrado más allá de las circunstancias personales, es importante "(...) esperar siempre que (...) la divinidad atenuará el peso de las penas (...) Es preciso que todos vivan alimentando estas esperanzas, recordando continuamente todas estas verdades[5] (...)".
Pero "(...) el verdadero deber del legislador no es limitarse a escribir leyes, sino, además de las leyes, dar por escrito, entremezclándola con el tejido mismo que forman las leyes, su opinión sobre todo lo que él estima honesto o inhonesto; y esas opiniones o consejos deben atar al perfecto ciudadano tan estrictamente como las sanciones con que las leyes refuerzan sus prescripciones".
Las transgresiones a estas leyes y normas no deben pasar nunca desapercibidas a los magistrados, por lo tanto quien delinque debe ser castigado a la vez por la ley y por la divinidad. Platón elabora así un sistema de premios y castigos con el fin de que los habitantes de la ciudad se plieguen a los modelos de lo bueno y de lo malo elaborados por los legisladores. En este sentido, él habla de la necesidad de "que entre nosotros, pues, todo el mundo tenga una sana emulación por la virtud (...)".
En su afán por una sociedad ordenada, regular, previsible y tradicional, Platón establece las tareas del legislador y deja al descubierto su deseo de extender el ordenamiento social de las leyes y las normas[6] en múltiples ámbitos de la vida, como por ejemplo: leyes sobre la educación en general; leyes sobre la educación musical; sobre la educación física; sobre los juegos; sobre la música, la poesía y la danza; sobre las fiestas; sobre las edades para el consumo de vino; sobre la conducta a seguir en los banquetes; sobre la acumulación de la riqueza; sobre los viajes; sobre la expresión de los sentimientos; normas sobre el uso del tiempo y normas sobre la vida doméstica, entre muchas otras reglamentaciones.
1.2. Características del totalitarismo y las diferencias con el autoritarismo.
Regímenes autoritarios
Siguiendo al modelo de Fagen, correspondería al modelo político que él denomina autocracia, cuyas características son:
1. El liderazgo se perpetúa en el poder, pero hay lucha dentro de la élite por los puestos elevados, que se puede manifestar mediante el golpe de Estado, el asesinato o el retiro forzoso. Las masas no son llevadas a elecciones de un modo estandarizado y no hay ningún cambio regular y periódico del liderazgo.
2. Los problemas y alternativas políticos los define la élite, que se encuentra aislada de las demandas de las masas. Se ignoran sus peticiones, se desacreditan , se distrae la atención pública, o se utiliza directamente la represión.
3. Sólo la élite participa en la adopción de la política pública, aún cuando esta última provenga de demandas de los ciudadanos.
4. El margen de crítica tolerable es muy reducido y en muchas áreas inexistente. El método de restringir la crítica es el punitivo: castigo rápido que actúe como disuasivo y retributivo. El miedo a disgustar a los gobernantes es el mecanismo más importante de control.
5. Gran parte de la política no es de incumbencia de los ciudadanos, por lo tanto poseen una necesidad mínima de información (salvo la necesaria para el consentimiento). Los medios masivos están bajo riguroso control, difundiendo la información oficial, o se encuentran neutralizados por miedo a las represalias.
6. Mientras el ciudadano no cause problemas al régimen se lo deja tranquilo. Salvo para brindar apoyo, se tolera e incluso se estimula o requiere que se retire de la actividad política.
Resumen. Existen flujos complejos y continuados de comunicación entre la élite y los círculos gobernantes. Es continuo el flujo de comunicación desde la jerarquía hacia las masas, pero el flujo contrario -en forma de crítica o participación- es inexistente. Hay escasa comunicación entre los ciudadanos -excluidos de la participación política- y salvo en los niveles jerárquicos, la autocracia es el sistema más "tranquilo" de los cuatro analizados.
Regímenes[7] totalitarios
En la clasificación de Fagen, corresponde a lo que él clasifica como totalitarismo, con las siguientes características:
1. El liderazgo se perpetúa en el poder a partir del monopolio completo que el partido gobernante mantiene sobre las posiciones políticas. La única manera de llegar al poder es ascendiendo por la jerarquía partidaria, lo cual brinda un alto grado de continuidad y estabilidad a la política.
2. Los problemas y alternativas políticos los definen los líderes partidarios. Si se introducen a la fuerza problemas que la élite no quiere ver, la doctrina se reinterpreta o amplía para integrar las demandas a la doctrina y de esta manera aplacar a las masas en sus reclamos.
3. Las élites partidarias establecen los lineamientos políticos con que deberán actuar los tecnócratas, y a su vez los controlan, pero son los altos burócratas los que poseen la experiencia necesaria para la adopción de decisiones. La ciudadanía no participa en la adopción de la política.
4. El contenido de las políticas públicas y los políticos responsables por su creación no pueden ser criticados. La crítica sólo se tolera para los encargados de la aplicación de las políticas. Los medios masivos actúan como auxiliares vinculados con el partido gobernante.
5. Casi todas las rutinas sociales son politizadas, por lo tanto todo ciudadano debe comprender su rol en el orden totalitario. Esto se logra mediante un programa masivo de comunicación política al servicio de la élite, a través de los medios, las escuelas, las FFAA, los sindicatos y el partido, entre otras organizaciones.
6. Negarse a la participación[8] es prueba de deslealtad. El ciudadano debe dedicarse plenamente a la política, pero sólo para apoyar a la élite dominante, contribuyendo de esta forma a la perpetuación de un sistema que le niega ser escuchado en la política.
Resumen. De manera homogénea, continuada y penetrante, hay una cantidad masiva de comunicación que fluye desde la élite partidaria y sus agentes hacia las masas. Además de este flujo dominante, hay otro importante: hacia la jerarquía, en forma de información y leve crítica, y horizontalmente en los círculos de liderazgo.
Otra idea a partir de la cual se podría enriquecer esta diferenciación es la clasificación evolucionista de los Estados que realiza Sartori[9] a partir del manejo de la variable "partidos políticos", que diferencia 4 etapas:
Estados sin partidos --> Estados antipartidos --> Pluralismo de partidos --> Estados unipartidistas
Así, los regímenes autoritarios coincidirían aproximadamente con lo que él llama "Estados antipartidos", y los regímenes totalitarios con lo que él denomina "Estados unipartidistas". Aquí van sus características:
Regímenes autoritarios
(Estados antipartidos)
Cuando una sociedad se va modernizando, el Estado sin partidos[10] se va convirtiendo en un Estado antipartidos, que implica el gobierno de regímenes que suprimen los partidos preexistentes, adoptan una actitud antipartidos o profesan una doctrina antipartidos.
La mayor parte de los Estados antipartidarios eran (en 1974) regímenes militares en sociedades subdesarrolladas o en desarrollo -sobre todo en Sudamérica y África-, que a menudo afirmaban tener un carácter provisional en los casos de urgencia.
(Este tipo de Estados se dan en sociedades que todavía no son lo que Sartori llama "sociedad politizada". La aparición de una sociedad politizada implica que la sociedad, al mismo tiempo que participa en las operaciones del sistema político, es necesaria para que el sistema funcione con más eficacia, por lo tanto ya no se puede dejar de lado a la población en general, sino que conviene implicarla en la política. Esto genera un nuevo problema: la canalización, la necesidad de un sistema de tráfico regularizado que enchufe a la sociedad en el Estado y viceversa. Esta función es desempeñada por los partidos políticos, que adquieren relevancia, ya que la no existencia de partidos dejaría a la sociedad fuera del alcance, fuera del control).
Regímenes totalitarios
(Estados unipartidistas)
Para Sartori, el Estado unipartidista es más evolucionado que el Estado antipartidos, ya que se maneja en el marco de una sociedad politizada.
Cuando falla el pluralismo de partidos, las sociedades políticamente desarrolladas adoptan como solución el Estado unipartidista[11]. De esta manera, el Pluralismo de Partidos antecede al Estado unipartidista[12], no sólo en tanto éste último se erige como solución a los defectos o fracasos del primero, sino también en tanto que para que exista un partido único -que es de alto nivel de complejidad- es necesario que previamente se haya aprendido algo de la experiencia con los partidos pluralistas, menos complejos[13].
La necesidad de la existencia del partido único está en que a una sociedad moderna -politizada- no se la puede dejar de canalizar, y es más, los Estados de partido único necesitan una sociedad politizada por todas partes, más de lo que lo necesitan las comunidades políticas pluralistas, en tanto el monopartido exige exclusividad, debido a su necesidad de legitimarse, de demostrar que puede hacer más, mejor y más rápido las cosas que los sistemas pluralistas.
Las características que señala Sartori para este tipo de Estado son:
Todo monista monofacético. El partido único rechaza la idea de que un todo sea el resultado de una interacción competitiva de unas partes.
Todo asistemático (carece del carácter de sistema) ya que los partidos constituyen sistema sólo cuando son partes en plural de un todo político en el cual compiten e interactúan. No está permitida la autonomía de subsistemas.
(Sí se puede hablar de sistema si el objeto que se investiga es el partido, es decir el partido único como sistema, como microcosmos en el cual existen posiciones y oposiciones[14]. En definitiva, se podrá hablar de un sistema de Estado-partido, pero no de un sistema unipartidista).
El Estado y el partido son respecto de la población en general dos organismos que se sostienen y refuerzan mutuamente, en tanto el partido único es una duplicación del Estado.
Niega la validez del disenso e impide la oposición.
El partido es un instrumento de extracción.
El sistema de Estado-partido configura a la sociedad.
Poder autocrático.
El partido único gobierna en forma permanente y su problema es el de quién gobernará al propio partido.
A lo sumo posee un sólo proceso competitivo-electoral: interno.
El sistema de Estado-partido es un sistema de canalización obligatoria (ofrece monopólicamente un sólo canal), en el cual prevalece la represión sobre la expresión. Establece una red de comunicación para comunicar cosas a la sociedad.
Para Simpson, la diferencia principal entre ambos regímenes es la siguiente:
Regímenes autoritarios
Se contentan con ejercer el monopolio del poder político, pero mantienen un cierto respeto por la división entre lo público y lo privado. De esta forma, no intentan reglamentar la vida privada, ni las expresiones artísticas, ni las costumbres, etc.
Regímenes totalitarios
No se contentan sólo con ejercer el monopolio del poder político, sino que además pretenden modelar a los individuos según las ideas de la élite gobernante. De esta manera, no respetan la distinción entre lo público y lo privado, y el régimen se entromete en la subjetividad de las personas suprimiendo a los individuos como sujetos.
La élite política y su doctrina oficializan las expresiones artísticas según los postulados estéticos de la doctrina política dominante, que reglamenta casi todos los ámbitos de la vida[15].
Se podrá apreciar la desproporción entre la cantidad de información referente al totalitarismo y la relativa al autoritarismo. Ocurre que Simpson centra su atención sobre el primero, porque, entre otras cosas, es útil para:
estar atento ante el posible resurgimiento de regímenes totalitarios, ya que según considera Simpson, en la historia de la filosofía política occidental existe una periódica resurrección de las utopías totalitarias, y por lo tanto no habría que descartar que en el futuro puedan renacer
comparar al totalitarismo con la corriente política democrática, y formular opciones en esta última línea.
Por lo tanto, de ahora en adelante me centraré exclusivamente en profundizar sobre las características del totalitarismo, para que se puedan apreciar sus diferencias con la corriente democrática, que más adelante abordaré.
Algunas nociones presentes explícita o implícitamente detrás de las formulaciones doctrinales, teóricas o filosóficas de la corriente totalitaria son:
1. Homogeneidad. Desde la censura previa en Platón o la concepción hegeliana del ser unívoco, a los artículos constitucionales del socialismo real, pasando también por los regímenes nazi y fascista, se establece la homogeneidad político ideológica y cultural de la sociedad, tanto a nivel social como individual. Esa ideología única es transformada casi en religión oficial. A su vez se sostiene una concepción organicista de la sociedad, organizada según una rígida estructura jerárquica. La homogeneidad también se expresa en el monopolio que detenta el Estado en la emisión del discurso social válido, que genera un esquema comunicacional absolutamente centralizado. La educación, por su parte, es monopolizada por el Estado y está a su servicio. Las personas se encuentran bajo un control físico y psicológico permanente por parte del sistema policíaco estatal.
2. Partido único. Fusionado o identificado con el Estado.
3. Pretensión de ingeniería social y planificación absoluta centralizada. La élite, a través de su poder, intenta diseñar un tipo de ser humano definido doctrinalmente. Aparecen así los mitos de la sociedad perfecta, del hombre nuevo, que lo único que hacen es armar un arquetipo a futuro y desvalorizar las necesidades de los hombres del presente.
4. Elitismo. Existe una imposición de élites a la sociedad en lugar de haber una competencia entre las élites para lograr el apoyo social. El Estado totalitario busca su legitimidad en la doctrina y no en la sociedad, por lo tanto su legitimidad nace de sí mismo. De esta forma, la relación entre las élites y las masas es autoritaria y asimétrica.
5. Identificación entre el saber y el poder.
6. Estadolatría. Convierte a la sociedad civil en prolongación del aparato del Estado, por lo tanto suprime la distinción entre el Estado y la sociedad civil y entre la esfera de lo público y la esfera de lo privado. Subordina a los individuos y a las organizaciones sociales al Estado o Estado-partido y se produce una total politización de la vida social. No se admite la autonomía de los cuerpos intermedios (partidos, empresas, sindicatos, universidades, etc.). El Estado total se mete en la vida privada de las personas y en su subjetividad, contraponiéndose a la autonomía del individuo. Según Hegel "El Estado es voluntad divina como espíritu presente, que se despliega en la forma real y en la organización de un mundo".
7. Avance de lo público sobre lo privado. Los individuos y las organizaciones sociales son puestos al servicio del Estado y constituyen prolongaciones de él. Existe un predominio de la razón pública en detrimento de la razón privada. Como dijo Benito Mussolini, "el individuo no es nadie fuera del Estado". En el sistema totalitario, lo que no es público es clandestino.
8. Culto del héroe. Afirma la idea del hombre providencial, líder carismático identificado con la nación y el Estado. Ejemplos: Mussolini, Hitler, Lenin, Stalin.
9. Particularismo y/o racismo. Aparece la idea de una raza superior destinada a dirigir el mundo, o la idea de una clasificación entre pueblos superiores e inferiores.
10. La Nación. Como abstracción e instancia mística identificada con los intereses de la élite dirigente y con un líder carismático.
11. Concepción historicista. En sus corrientes naturalista, teísta, espiritualista o economicista, se trata de una concepción determinista de la historia que niega el carácter imprevisible del desarrollo histórico, afirmando una ley inexorable del destino. Según Popper, en su libro La sociedad abierta y sus enemigos, las dos versiones modernas más importantes de esta concepción se hallan en:
el racismo (en el Estado nazi, la raza elegida) y el fascismo (en el Estado corporativo fascista, el pueblo elegido)
la filosofía de la clase elegida (en el Estado comunista soviético, la función histórica de la clase obrera por encima de las otras clases y sectores sociales)
12. Culto de la violencia. Presente en el vitalismo de los regímenes nazi-fascista y su culto de la fuerza física y del deporte como poder. En Marx, la idea de la violencia como partera de la historia y la exaltación de la violencia revolucionaria[16].
1.3. Ejemplos políticos.
Tres fundamentales ejemplos políticos divergentes (en algunos aspectos) pusieron en práctica durante el presente siglo las ideas teórico-políticas del totalitarismo: el modelo leninista-staliniano (en los diferentes países del bloque soviético y en la China de Mao), el modelo corporativo-fascista de la Italia de Mussolini, y el nacional-socialismo de la Alemania de Hitler.
1.3.1. El modelo leninista-staliniano.
Se basa en la aplicación política de diversas teorías que, según Simpson, configuran "un cuerpo ideológico y teórico global", en el cual el énfasis está puesto en el factor externo como sujeto privilegiado del proceso político-social:
Neoconductismo
• Es una aplicación de los principios de la psicología conductista a los seres humanos, que intenta reducir lo social a lo animal, privilegiando a los agentes externos como factores determinantes de la conducta.
• Mientras que la psicología introspectiva se dedicaba, a partir de sus métodos, principalmente a la descripción, la tendencia watsoniana va más allá y se aventura en la manipulación. Watson veía al hombre como a un autómata[17] al que había que llenar de contenidos. Se postula de esta forma una tecnología de la conducta[18] (para manipularla), pero Skinner la extrema al afirmar que la misma debe aplicarse a la tarea de diseñar intencionalmente una cultura: "Diseñar una cultura es parecido a diseñar un experimento", pero "en un experimento estamos interesados en lo que sucede [descripción]: al diseñar una cultura, lo que nos interesa es si funcionará o no [manipulación en base a un criterio de eficacia]".
• La respuesta a quiénes serán los especialistas a cargo de la tarea de crear la nueva cultura y a partir de qué sistema de valores, se responde según Simpson así: "no debemos preocuparnos por tales interrogantes, pues de todo ello se encargarán los aparatos del poder y sus servidores".
• Simpson afirma que en Skinner aparece una idea que coincide con la literatura del período estalinista: la idea que justifica la restricción de las libertades y el ejercicio del terror en nombre de las futuras generaciones.
• Aplicado a la política, se legitiman las tecnologías de control social ejercidas por especialistas[19], toda una "ingeniería del consentimien-to" que intenta controlar el comportamiento humano, entendiendo a la persuasión como una alternativa al uso violento del poder. El individuo y la masa son vistos como meros objetos de un manipulador externo, ya sea el terapeuta-policía de Skinner o los educadores de la vanguardia político-ideológica.
• Según Simpson, su objetivo final es crear "lo que Wright Mills llamó el analfabeto psicológico y Andrew Hacker el hombre predecible", que anula la capacidad de los individuos a elegir subjetivamente.
Teorías leninistas de la conciencia de clase y del partido de vanguardia
• Parte de la tesis de Lenin de que el movimiento obrero, por sí sólo y sin la dirección de los intelectuales, no puede llegar a adquirir el grado de conciencia socialista que le permita cumplir con la misión histórica que según la teoría marxista le corresponde llevar a cabo: derrocar al capitalismo e instaurar la dictadura del proletariado. Por sí sólo, el movimiento obrero no va más allá de las reivindicaciones económicas inmediatas (conciencia tradeunionista).
• De modo que es imprescindible la teoría revolucionaria (externa al proletariado) para que haya movimiento revolucionario. Esa teoría ha surgido del cerebro de algunos miembros de la intelectualidad burguesa y han sido ellos quienes lo han transmitido al proletariado utilizando a los más inteligentes hombres de la clase obrera. La conciencia socialista es entonces algo introducido desde fuera y sólo puede darse así. Es tarea del socialismo "llenar" al proletariado de la conciencia de su situación y de su misión.
• Su énfasis en el factor externo como determinante de la conducta pone en relación a esta teoría con el conductismo. En ambos casos se persigue internalizar sistemas de valores y reforzar o modificar la conducta mediante la acción de un agente externo (en Lenin la actividad pedagógica de la élite poseedora del saber, en el conductismo la metáfora de la "aguja hipodérmica").
• Lleva a ver a los medios masivos y a las organizaciones sociales como meras "correas de transmisión" desde la cúpula dirigente hacia la base, lo cual justificaría el monopolio del discurso social por parte de esa élite que debe llenar, educar, dirigir al proletariado. Se genera así un modelo comunicativo unidireccional, con papeles fijos:
• El depositario del saber, emisor consciente del discurso social, sujeto activo con función dadora de sentido
• El carecedor del saber, receptor y objeto de la actividad del emisor, sujeto pasivo que debe ser llenado de sentido
• En los procesos político-sociales es utilizada para legitimar el poder y suprimir la autonomía popular.
Teoría leninista-staliniana de las correas de transmisión
• Parte de ideas de Lenin. Él considera que el partido se apoya directamente en los sindicatos y que debe consagrarse a educarlos y dirigirlos. De esta forma, sus cúpulas dirigentes deben estar compuestas por comunistas que apliquen las directivas del Partido. "Se obtiene, en conjunto, un aparato proletario (...) potentísimo por medio del cual el Partido está ligado de manera estrecha a la clase y a las masas y a través del cual se ejerce, bajo la dirección del Partido, la dictadura de la clase". Esa estrecha ligazón significa en la práctica "una labor de propaganda y agitación".
• Stalin es quién más la desarrolla. Extiende la necesidad del Partido de dirección única de los sindicatos, a todas las demás organizaciones sociales: cooperativas, fábricas, fracciones parlamentarias, organizaciones femeninas sin partido, prensa, organizaciones culturales y educativas o uniones de la juventud, entre muchas otras. La manera de lograr la unidad en la dirección de todas estas organizaciones es asignar esa dirección únicamente al Partido del proletariado, entendido como "el punto de concentración de los mejores elementos de la clase obrera".
• Las "correas de transmisión" están constituidas para Stalin por las organizaciones de masas del proletariado (sindicatos obreros, soviets, cooperativas y la Unión de la Juventud[20]), que son dirigidas y encauzadas por el Partido y sin ayuda de las cuales sería imposible ejercer la dictadura del proletariado.
• La dictadura del proletariado, como expresión de las "correas de transmisión", consiste según Stalin en las directivas del Partido, más su cumplimiento por parte de la organizaciones de masas del proletariado, más su puesta en práctica por la población.
Estas teorías legitiman, al menos teóricamente, el monopolio del discurso social por parte del partido dominante, y no parecerían quedar márgenes para la difusión de un discurso alternativo del lado de las organizaciones sociales.
Simpson ilustra la aplicación práctica de estas ideas mediante dos ejemplos fundamentales:
Ámbito legal y jurídico-constitucional
Constituciones políticas
Dice Simpson "mediante el desplazamiento de lo teórico a lo legal y al propio texto constitucional, los sectores dirigentes proceden a legitimar el ejercicio monopólico del poder sobre la base de la supuesta posesión del saber".
Los principios presentes en las diferentes constituciones y cuerpos jurídico-legales de los distintos regímenes que Simpson analiza son:
a) el principio de la unidad de poder, contrapuesto conceptualmente al principio de la división de poderes.
b) el principio de cohesión y homogeneidad político-ideológica.
c) el principio de que todos los sectores políticos, sociales y culturales persiguen idénticos objetivos que el partido dominante: el afianzamiento y el desarrollo del mismo modelo de sociedad.
Estos principios, al proclamar una aparente dilución de las diferencias, niegan la alteridad, la pluralidad de opciones políticas e ideológicas y niegan la posibilidad de que circule un discurso social plural y diversificado.
Como ejemplos, Simpson incluye prescripciones directas[21] e indirectas[22] que están presentes en los textos constitucionales de diferentes países comunistas. Cito uno caso de cada tipo:
URSS
Constit. de 1936. Art. 126. Cap. X: "(...) el Partido Comunista (...) representa el núcleo dirigente de todas las organizaciones de trabajadores, tanto sociales como del Estado".
Constit. de 1977. Art. 6. Cap. I: "La fuerza dirigente y orientadora de la sociedad soviética y el núcleo de su sistema político, de las organizaciones estatales y sociales, es el Partido Comunista de la Unión Soviética".
Republica Popular China
Constit. de 1982. Preámbulo: "Bajo la dirección del Partido Comunista de China y orientándose por el marxismo-leninismo y el pensamiento de Mao Zedong, el pueblo chino de las diversas nacionalidades seguirá perseverando en la dictadura democrática popular y en el camino socialista".
Otro párrafo señala que a lo largo del proceso revolucionario y de construcción se ha ido formando "un amplio frente patriótico que está dirigido por el Partido Comunista de China, cuenta con la participación de los diversos partidos democráticos y las organizaciones populares y abarca a todos los trabajadores socialistas (...)".
Simpson afirma que a pesar de que en las únicas dos menciones explícitas a las organizaciones sociales (en el Preámbulo y el Art. 15) la referencia es neutra y meramente enunciativa, estos últimos párrafos del Preámbulo establecen la supremacía del partido dominante sobre el conjunto de la sociedad.
Praxis política y social-comunicacional
Canales organizativos
Como dice Fagen, en el modelo leninista "(...) son autónomos muy pocos (o ninguno) de los canales organizativos que pueden tener consecuencias políticas (...) todos los canales organizativos posibles se hallan incorporados al sistema político".
En este sentido, Fagen agrega que "el control gubernamental de los sindicatos y de otras instituciones es tan completo que esas organizaciones, estructuralmente, están dentro del sistema político".
Esta utilización política absoluta de los canales organizativos en el modelo leninista se diferencia según Fagen de lo que ocurre en otros sistemas (p.e. el democrático), en los que "los canales organizativos importantes pueden no formar parte de lo que normalmente se considera el sistema político", ya que, en todo caso, el uso político de canales organizativos se da de manera "intermitente y parcial".
Siguiendo a Schmitter, se da lo que él llama "sistema monista de representación", entendido como "un sistema de representación de intereses en el que las unidades constitutivas están organizadas en un número fijo de categorías singulares, ideológicamente selectivas, no competitivas, diferenciadas funcionalmente y ordenadas en forma jerárquica, las que son creadas, subsidiadas y autorizadas por un partido único y a las cuales se les concede un rol de representación dentro del partido y vis-a-vis del Estado, a cambio de observar ciertos controles en la selección de los dirigentes, la articulación de las demandas y la movilización de los apoyos".
El ejemplo de los sindicatos en la URSS
Como dice Lisa Foa (citada por Simpson) la vida de los sindicatos "como organismos de representación de los trabajadores ha sido breve" (de 1917 a 1928).
Para esta autora, posteriormente "se transformaron (...) en meros instrumentos de la política autoritaria de la administración staliniana", "fueron (...) privados progresivamente de sus funciones y tareas específicas", su papel "fue haciéndose más y más marginal, hasta reducirse a una presencia formal en los organismos políticos y económicos y una función de control burocrático del comportamiento de los trabajadores, en un ambiente totalmente predeterminado desde arriba". Para terminar afirmando que "este tipo histórico de Estado socialista (...) no deja espacio a ninguna organización social".
Rescato para ilustrar estas ideas un ejemplo:
• X Congreso de los Sindicatos Soviéticos (1949)
De la Introducción: "Los sindicatos soviéticos realizan todo su trabajo bajo la dirección del Partido Comunista, fuerza organizadora y dirigente de la sociedad soviética". "Los sindicatos educan a sus miembros en el espíritu del patriotismo soviético, (...) laboran en pro de la educación comunista de los trabajadores". "Los sindicatos organizan la emulación[23] socialista de los obreros y empleados, encaminada al cumplimiento y sobrecumplimiento de los planes estatales, a la elevación de la productividad del trabajo (...)".
Del Cap. I: "Un miembro del sindicato está obligado: a) a observar estrictamente la disciplina estatal y laboral".
Del Cap. III: "El Comité Central del Sindicato: (...) Organiza la educación y el adiestramiento ideológico-político de los cuadros sindicales".
1.3.2. El modelo corporativo fascista italiano.
Como adecuación -según Mussolini- al estadio de desarrollo del capitalismo en la década del 20 y del 30, nace el Estado Fascista, creación original del sindicalismo fascista italiano que lo precedió. Según declara, las tres grandes actividades del Fascismo son:
A nivel político
Partido
Dice Mussolini: "(...) para hacer el Corporativismo pleno, completo, integral, revolucionario, se necesitan tres condiciones:
• Un partido único, para que al lado de la disciplina económica actúe también la disciplina política, y exista, por encima de encontrados intereses, un vínculo que una a todos en una fe común".
• Pero no basta eso. Hace falta, además del partido único, el Estado totalitario, esto es, el Estado que asume, para transformarlas y potenciarlas, todas las energías, todos los intereses y todas las esperanzas de un pueblo".
• Más tampoco esto es suficiente. Se necesita (...) vivir un período histórico de altísima tensión ideal".
"Nosotros vivimos en un período así".
Claro está que el fascismo se considera incompatible con el liberalismo político y sus instituciones. Así, Mussolini propone "que un Consejo Nacional de las Corporaciones sustituya in toto a la actual Cámara de Diputados. La Cámara de Diputados no me ha gustado nunca. (...) Se trata de una institución que hemos encontrado y que es extraña a nuestra mentalidad, a nuestra pasión de fascistas". "La Cámara presupone pluralidad de partidos (...) Desde el día en que nosotros hemos anulado esta pluralidad, la Cámara de Diputados perdió su razón de ser". "Cuando se creó el Gran Consejo Fascista (...) murió el liberalismo político".
El Partido debe administrar los Municipios, las Provincias, hacer propaganda política, cultura y en general lo que sirve para tener en forma las fuerzas espirituales fascistas. (...) Es hoy el instrumento formidable y a la vez capilar y extenso, que introduce al pueblo a la vida política general del Estado".
A nivel militar
Milicia y economía
Por un lado, implica la defensa armada del Régimen. Hay que recordar que, según Mussolini "La autoridad del fascismo, su derecho a gobernar el Estado y a transformarlo según sus convicciones proviene de haber empujado el país a la guerra y de haberlo conducido a la victoria (...)".
Por otro lado, también implica una concepción militar de la economía, una "economía militarizada". Mussolini dice: "(...) Los industriales pueden ser definidos en el campo de la producción como 'el mando y la oficialidad del gran ejército del trabajo'", "(...) los obreros, como la tropa, son los elementos indispensables para la batalla, y la victoria es también el resultado de las relaciones que se establecen entre oficiales y soldados". "La semejanza militar no os desagradará, porque la economía italiana tiene que combatir, en verdad, una ruda e incesante guerra que requiere un Estado Mayor, mandos y tropas que se hallen a la altura de la situación para la misión que se les confía".
El contexto en el que Mussolini piensa esto es el siguiente: "(...) El plan regulador dela economía italiana en la Próxima Época Fascista (...) está dominado por una premisa: la fatalidad de que la Nación sea llamada al trance de la guerra. (...) Esta dramática posibilidad debe guiar todos nuestros actos. En el actual período histórico, el hecho de la guerra es, junto con la doctrina del Fascismo, un elemento determinante de la posición del Estado frente a la economía nacional".
"En un mundo como el actual, armado hasta los dientes, deponer el arma de la autarquía significaría, en caso de guerra, quedar a merced de quienes poseen cuanto se precisa para hacer la guerra sin límites de tiempo o de consumo. La autarquía es, por tanto, una garantía de la paz que con firmeza deseamos, es un impedimento a eventuales propósitos agresivos por parte de los países más ricos".
A nivel económico
Corporativismo[24]
Mussolini defiende al capitalismo, considera que "aún le quedan algunos siglos de existencia", y se propone liberar y potenciar al capital, desembarazándolo todo lo posible de cualquier obstáculo interno o externo.
Además, "las Corporaciones pueden mejorar la suerte de sus sindicatos si el capitalismo es fuerte, no en cambio si el capitalismo es débil, estático, empavorecido".
El corporativismo nace del sindicalismo, ya que éste último "no puede ser un fin en sí: o se convierte en socialismo político o en Corporaciones Fascistas. Sólo en las Corporaciones se realiza la unidad económica en sus diversos elementos: Capital, Trabajo, Técnica (...)". "La Corporación es la institución con la cual vuelve a entrar también en el Estado el mundo hasta ahora extraño y desordenado de la economía".
Dice el lema fascista "todo dentro del Estado, nada fuera del Estado y, especialmente, nada contra el Estado". Esta idea del Estado como sujeto supremo se ilustra en lo económico en los siguientes conceptos:
En palabras de Mussolini: "(...) el sindicato no está ya fuera del Estado, ni contra el Estado, sino en el Estado (...) y, en consecuencia, con el derecho de representar todas las categorías y de imponer a todas las categorías una contribución sindical obligatoria". Por su parte, el punto 3º de la Carta de Trabajo dice: "La organización sindical o profesional es libre. Pero sólo el sindicato legalmente reconocido y sometido a la disciplina del Estado tiene derecho a representar legalmente todas las categorías de patronos y obreros del ramo para que está constituido".
Dice el punto 6º de la Carta de Trabajo: "(...) Siendo la organización privada de la producción una función de interés nacional, la empresa se hace responsable ante el Estado de la marcha de la producción que le compete (...)". "En la Italia Fascista el capital está a las órdenes del Estado; hay que emigrar a los países (...) liberales para constatar un fenómeno netamente opuesto: El Estado pronto a las órdenes del capital".
Agrega Mussolini: "En lo que se refiere al crédito (...) este sector tiene, por mil razones, que depender en absoluto del Estado".
"Hoy todos los elementos de la producción, Capital, Técnica y Trabajo entran en el Estado, y allí encuentran los órganos corporativos para la armonía y la colaboración (...)"."(...) Todas las organizaciones económicas reconocidas, garantizadas, tuteladas por el Estado Corporativo, viven en la órbita común del Fascismo; esto es, aceptan la concepción doctrinal y práctica del Fascismo y están guiadas por hombres inscritos regularmente en el Partido. No podría ser de otro modo".
Así, lo que se propone es un Estado-árbitro que armonice los intereses de las clases sociales, coordinándolas para la elevación de la producción económica, necesaria si se pretende la autarquía de Italia. En el punto 8º de la Carta de Trabajo se dice "Las asociaciones profesionales de patronos tienen la obligación de promover por todos los medios el aumento y la perfección de la producción, así como la reducción del coste (...)". En 1921, en el programa del estatuto del Partido Nacional Fascista se incluía la necesidad de una amplia legislación social siempre y cuando no perjudicara la producción.
El trabajo es entonces glorificado como "la cosa más alta, mas noble, más religiosa de la vida" y debe ser disciplinado. Así, Mussolini afirma que "nuestro sindicalismo se distingue de los otros en que por ningún motivo admitimos la huelga en los servicios públicos. Queremos la colaboración de las clases (...) tratamos de meter en la cabeza de nuestros sindicatos esta verdad y esta doctrina". "Hoy no hay individuo que pueda permitirse el lujo de cometer tonterías, y no hay pueblo que pueda entregarse a la juerga de las huelgas continuas y permanentes. Una sola hora, repito, una sola hora de trabajo perdido en una oficina o un taller, ya es una grave ruina de orden nacional".
Dice Mussolini: "Disciplinamos las fuerzas políticas, disciplinamos las fuerzas morales, disciplinamos las fuerzas económicas. Estamos, pues, en pleno Estado Corporativo Fascista (...), el Estado de la sociedad nacional, el Estado que une y disciplina, que armoniza y guía los intereses de todas las clases, igualmente tuteladas".
"Nosotros tenemos que imponer duras disciplinas y si alguna vez castigamos a alguien, lo hacemos para salvar a la Nación, para salvar el todo que está representado por el pueblo italiano".
Mussolini se define, entre otras cosas, como "un hombre que impondrá a todos la disciplina necesaria".
En este sentido, Mussolini dice explícitamente "(...) primero los deberes, y después los derechos". Esto se ilustra en el punto 2º de la Carta de Trabajo, donde se afirma: "En todas sus formas de organización y ejecución, (...) el trabajo es un deber social". Por otra parte, Mussolini agrega que: "Los propietarios han de reconocer que la propiedad no es solamente un derecho sino un deber (...)".
La idea de patria juega en el modelo fascista un rol central: "La aceptación de la idea de Patria significa la subordinación consciente de las masas sindicales fascistas a las exigencias pacíficas o guerreras de la Nación". "La misión del fascismo consiste en hacer un todo orgánico con la Nación, para el día en que ésta necesite a la masa, como el artista necesita la materia para forjar sus obras maestras". Todo esto en el siguiente contexto: "(...) Sólo en el terreno internacional se medirán las razas y las naciones, cuando Europa, dentro de algún tiempo, a pesar de nuestro firme y sincerísimo deseo de colaboración y de paz, llegue de nuevo a otra encrucijada de su destino", en referencia a lo que después fue la Segunda Guerra Mundial.
El avance de lo público sobre lo privado y la estadolatría se pueden apreciar en las siguientes palabras de Mussolini: "para el Fascismo el Estado es un término absoluto ante el cual el individuo y los grupos son términos relativos. Individuos y grupos sólo se conciben en cuanto están en el Estado". "Si quien dice liberalismo dice individuo, quien dice Fascismo dice Estado". "(...) Nada de humano o espiritual existe, y mucho menos tiene valor, fuera del Estado. En este sentido el Fascismo es totalitario, y el Estado Fascista, síntesis y unidad de todos los valores, interpreta, desarrolla y fortifica toda la vida del pueblo". En este sentido, Mussolini dice que "el Estado soberano (...) está sobre todos, y puede estar contra todos (...)". Agrego lo escrito en el punto Nº1 de la Carta de Trabajo: "La Nación italiana es un organismo con fines, vida y medios de acción superiores en potencia y duración a los de los individuos, divididos o agrupados, que la componen". "El Fascismo enseña a subordinar los intereses particulares a los intereses de la Nación. (...) ¡Ay de quien traspase ciertos límites!".
Mussolini dice también: "(...) Ninguna esfera de la vida individual o colectiva puede sustraerse al Estado; al contrario, sólo existe en cuanto se ordena en el Estado". "(...) Por eso, en cada momento de la jornada, en cada segundo de vuestro trabajo, ante las cosas grandes como ante las pequeñas, os debéis considerar soldados de la Revolución (...)". "Estamos penetrando en ambientes y en fortalezas que parecían cerradas a nuestras conquistas: sobre todo, estamos penetrando en las almas". De todos modos para Mussolini "el Estado Fascista organiza la Nación, pero deja después al individuo margen suficiente, limita las libertades inútiles o nocivas y conserva las esenciales", aunque agrega que "en este punto, el juez no puede ser el individuo, sino solamente el Estado".
En su crítica al marxismo-leninismo y su régimen político, el comunismo, Mussolini parece escapar a la idea del "factor externo", al decir que "(...) ningún sindicato es finalista (...) nuestro sindicalismo es colaboracionista (...)"; "Le preguntaban a un obrero de Nueva Zelandia cuál era su programa y él respondió: 'Mi programa es sencillo: diez chelines por día'. Son más bien los partidos y sus ideologías los que añadieron a este movimiento fines que evidentemente lo sobrepasan".
Pero al mismo tiempo Mussolini introduce un análisis que plantea similitudes con la teoría leninista de la vanguardia: "(...) siempre se ha tratado de minorías, pues las famosas masas evolucionadas y conscientes no eran ni evolucionadas ni conscientes, sino conducidas por una exigua minoría (...)". Afirma así la necesidad del factor externo para la movilización de las masas. En este sentido dice que el Fascismo "triunfará porque las masas van educándose, porque nosotros las educaremos mejorándolas cualitativamente seleccionando los mandos, despidiendo a los indignos, espoleando a los vagos". "(...) Todavía hay que mejorar cualitativamente a nuestras masas, hacer circular la linfa vitalísima de nuestra doctrina en el organismo sindical italiano". "Educa el Estado a los ciudadanos en el ejercicio de las virtudes cívicas; los hace conscientes de su misión; los requiere para la unidad; armoniza sus intereses en justicia; (...) eleva a los hombres, desde la vida elemental de la tribu a la más alta expresión de potencia humana que es el Imperio (...)".
El elitismo se hace presente cuando afirma que "(...) el Estado debe expresarse en la parte más elegida de una determinada sociedad, como guía de las clases inferiores. La decadencia de las jerarquías significa la decadencia de los Estados, (...) cuando la jerarquía política vive al día y no tiene fuerza moral para perseguir fines lejanos ni para subyugar a las masa poniéndolas al servicio de esos fines (...)".
1.3.3. El modelo nazi-fascista.
Para caracterizar este modelo transcribo las medidas para la conformación del Estado nazi descriptas por Franz Neumann[25]:
Toda organización es oficial.
Sustitución del principio pluralista por una organización monista, total y autoritaria.
Atomización de los individuos.
No debe haber relaciones sociales fuera de las organizaciones totalitarias prescritas. Los obreros no deben hablar entre sí. Se establece la disciplina militar en el trabajo. Ningún obrero debe decir siquiera a su familia lo que produce.
El tiempo libre es organizado en todos sus detalles, regido por una organización que se llama "La Fuerza por la Alegría", cuyas actividades son obligatorias para todos[26].
La estructura natural de la sociedad se disuelve por una comunidad más o menos mística, comunidad de Volk, abstracta, y que oculta la despersonalización total de las relaciones humanas.
La sociedad se estructura en una pirámide jerárquica de élites subordinadas unas a otras.
Transformación de la cultura en propaganda.
Supresión de los sindicatos por comunidades de empresas del Reich que se agrupan, dependen y se subordinan al Frente del Trabajo.
Ese Frente del Trabajo agrupaba en 1936-37 a 25 millones de trabajadores. Estaba dividido en 16 comunidades y atomizaba a la clase obrera, ya que los individuos, antes que miembros de diversas empresas, formaban parte de un organismo total. Miembros de confianza del partido nazi (el único permitido) formaban las Tropas de Empresa, cuya función era coaccionar sobre los trabajadores con el objetivo de disciplinarlos en el trabajo y adoctrinarlos en las ideas nazis.
Basándome en Karl Schmidt, agrego algunas otras características:
Ataque a las libertades civiles. Estas últimas son consideradas producto del capitalismo basado en la competencia. Como el capitalismo entró en el corporativismo y el monopolismo, la competencia se ha acabado y las libertades civiles son un a ficción.
Decisionismo. Exalta la acción pura en lugar de la valoración, por lo tanto está bien eliminar el debate y la crítica. Las instituciones democráticas son consideradas corruptas e ineficaces.
Liderazgo. No implica que el líder sea delegado del pueblo, porque la jerarquía es válida contra la libertad del pueblo, ya que éste último no la concede sino que la reconoce. Se suprime así la noción de consenso para el ejercicio del poder. Consigna: "El Führer nunca se equivoca".
1.3.4. Un modelo comunicacional común.
Todos los modelos políticos analizados pertenecen a la corriente totalitaria del pensamiento político. Así como Fagen le asigna al totalitarismo un modelo comunicacional común, creo posible extender el modelo que plantea Simpson para las teorías leninistas y leninistas-stalinianas al modelo corporativo fascista italiano y al modelo nazi-fascista[27].
La teoría de la comunicación social que puede inferirse según Simpson del cuerpo ideológico-teórico que forman las teorías leninistas de la conciencia de clase y del partido de vanguardia, y la teoría leninista-staliniana de las correas de transmisión, remite al paradigma de Laswell (quién; dice qué; en qué canal, a quién, y con qué efecto), que concibe a la comunicación como acto y no como proceso, en el cual hay un sólo polo emisor activo (en el primer quién) y otro polo receptor pasivo (sobre el que se aplican los mensajes y se analizan los efectos), sin la posibilidad de intercambiar los roles. De esta forma no se contempla la posibilidad de ambivalencia de roles emisor-receptor y tampoco el feed-back, por lo tanto se trata de un modelo unidireccional.
Siguiendo el pensamiento de Simpson, este modelo es también afín con la teoría conductista estímulo-respuesta.
Si extiendo esta triple relación entre los modelos conductista estímulo-respuesta, laswelliano y leninista-stalinista, al modelo corporativo fascista italiano y al modelo nazi-fascista, quedaría el siguiente esquema:
Se ve así un predominio del emisor/sujeto estimulador/Partido-Estado sobre el polo que se concibe como pasivo (receptor/sujeto experimental/audiencia de medios masivos y miembros de organizaciones sociales). En cuatro de los cinco casos[28], está presente el elemento externo que según Simpson "se asume como Sujeto absoluto y que posee el saber y el poder que le permiten actuar con el propósito de lograr una respuesta ideológica y/o conductual".
Hay entonces una división jerárquica del trabajo entre emisores y receptores[29], entre los que mandan y los que obedecen, y -en el caso de las teorías leninistas y leninistas-stalinistas- "entre los que poseen el monopolio del discurso, sustentado en el monopolio del poder político y económico, y el conjunto de la sociedad civil asfixiada por el Estado tentacular". En el caso del fascismo-nazismo ocurre lo mismo, con la diferencia de que quienes poseen el monopolio del discurso y del poder político, no poseen el monopolio del poder económico, porque la propiedad privada de los medios de producción permanece[30]. Igualmente hay que destacar que en esos regímenes el poder económico privado se encuentra disciplinado por la élite política.
Este modelo comunicacional no deja margen para la autoexpresión de las organizaciones y los sectores sociales, articulando un discurso único desde la cima del poder (Partido-Estado) a la base, valiéndose para ello de las organizaciones sociales utilizadas como correas de transmisión del discurso dominante. No hay en este esquema lugar para los flujos horizontales y multidireccionales entre las organizaciones sociales. Es decir que no es posible al comunicación entre las organizaciones al margen del centro dirigente, sino entre cada una de ellas y la cúpula. Toda comunicación desde la base debe dirigirse hacia la instancia inmediatamente superior, de abajo hacia arriba. Los márgenes para la discusión de valores que permita cuestionar los presupuestos básicos del régimen se reducen así al mínimo, asfixiando toda posible alternativa.
2. La corriente democrática.
El origen occidental de esta corriente se remonta a las ideas de Pericles[31] (495-429 a.C.), quien impulsó una idea política democrática y una concepción individualista del sujeto[32]. Afirmó la distinción entre la esfera de lo público y la esfera de lo privado, asumió la necesidad de consenso para el ejercicio del poder y reconoció la existencia de pluralidad de opiniones y de contradicciones sociales. De esta manera, admitió la falibilidad de toda postura y de toda idea, actitud que lo llevó a impulsar un comportamiento político que no partiera de certezas absolutas, sino que lo hiciera desde el principio de incertidumbre. En su Oración fúnebre, dijo "(...) si bien unos pocos pueden dar origen a una política, todos nosotros somos capaces de juzgarla. No consideramos la discusión como un obstáculo colocado en el camino de la acción política, sino como un preliminar indispensable para actuar prudentemente".
2.1. Características generales.
Hablar de democracia y de sus características implica hablar de algo muy amplio, muy abarcativo y con diferentes versiones.
Siguiendo la caracterización de Fagen, él distingue entre dos tipos diferentes de sistemas democráticos:
Para este trabajo, me interesa principalmente la democracia de compromiso, que es la que actualmente está más extendida.
Fagen propone 4 tipos de estructuras e instituciones que se emplean o podrían emplearse como canales para la transmisión de información con consecuencias para el funcionamiento del sistema político: las organizaciones, los grupos, los medios masivos y canales especiales.
Dentro del sistema de democracia de compromiso, las organizaciones (p.e. partidos políticos, sindicatos, grupos de interés) no forman parte estructural del sistema político[33]: el uso político de estos canales suele ser intermitente y parcial. En el caso de los grupos[34], a medida que se pasa de la forma política más abierta a la más absolutista, cada vez se encuentran menos actividades claves de comunicación cumplidas por ellos, ya que las élites prefieren canales organizativos o los medios de comunicación en los cuales es más fácil el control y la predictibilidad. En los regímenes absolutistas, se intenta que los grupos no tengan comunicación política autónoma. Sobre el uso de los medios en los regímenes absolutistas ya hemos hablado bastante; en la democracia generalmente suelen estar dentro de un sistema mixto o privado, con diversidad (aunque cada vez hay más concentración) y suelen cumplir funciones de información hacia el pueblo y de control del poder político, aunque cada vez se encuentran mas vinculados al poder político.
Por su parte, en la caracterización de Sartori la democracia se daría en el sistema de "pluralismo de partidos", cuyas características son:
Este estadio de desarrollo se caracteriza en principio por un amplio derecho de voto y por la aparición de sistemas de partidos estructurados que giran en torno a los partidos de masas y que desempeñan una función canalizadora y expresiva[35].
Posee una concepción del Todo pluralista y polifacética. Considera que el todo es el resultado de una interacción competitiva de las partes (partidos). Todo sistemático.
Posee carácter de sistema, en tanto los partidos[36] interactúan entre sí y manejan un sistema propio, un subsistema independiente. Estado y partidos se dividen y se desunen. Los partidos se hallan situados a mitad de camino entre los gobernantes y los gobernados. Este es un excelente indicador de la poliarquía, de la libertad y del poder que tiene una sociedad respecto al Estado.
Reconoce el disenso e institucionaliza la oposición.
Los partidos son instrumentos de expresión y la sociedad configura al sistema de partidos. Un partido gobierna en la medida en que responde a, y se pone del lado de, los gobernados.
El sistema de partidos es un sistema de canalización libre (permite escoger autónomamente entre canales), en el cual prevalece la expresión por encima de la represión. Permite a los ciudadanos comunicar cosas al Estado.
Democratiza el poder.
Posee dos procesos competitivo-electorales: interno (intrapartidos) y externo (entre partidos). Este último es el más importante.
En la democracia existen dos sistemas fundamentales de representación:
el sistema político, conformado por los cuerpos legislativo y ejecutivo. Este sistema apunta solamente a la representación de intereses generales, por lo tanto no basta (supuestamente) para la representación de intereses sectoriales.
el sistema corporativo societario, que representa intereses sectoriales y que según Schmitter, "puede definirse como un sistema de representación de intereses en el que las unidades constitutivas están organizadas en un número no especificado de categorías múltiples, voluntarias, competitivas, no jerárquicamente ordenadas y autodeterminadas (en cuanto a tipo y esfera de interés) las cuales no están especialmente autorizadas, reconocidas, subsidiadas, creadas o controladas de alguna otra manera en la selección de la dirigencia o en la articulación de intereses por el Estado y no ejercen un monopolio de la actividad de representación dentro de sus respectivas categorías".
En cuanto a la distinción de lo público y de lo privado, Stuart Mill, en su libro Sobre la libertad (1859) se interroga acerca de cuál es el justo límite de la soberanía del individuo sobre sí mismo, dónde empieza la soberanía de la sociedad y qué tanto de la vida humana debe asignarse a la individualidad y qué tanto a la sociedad.
Su idea es tanta a la individualidad como a la sociedad se le asignará la parte que más particularmente le interesa. Él afirma que -siempre y cuando la conducta de una persona no afecte o viole los intereses y derechos de otra persona- ni uno ni varios individuos están autorizados para decirle a otro ser humano de edad madura que no haga de su vida lo que más le convenga en vista de su propio beneficio, en tanto ese ser humano es el más interesado en su propio bienestar. Es decir, el interés que cualquier otra persona pueda tener en ello es insignificante con respecto al que él mismo tiene, ya que la mujer o el hombre más vulgar tiene, respecto a sus propios sentimientos y circunstancias, medios de conocimiento[37] que superan con mucho a los que puede tener a su disposición cualquier otra persona.
De esta manera, la individualidad tiene su propio campo de acción. Esto no excluye la posibilidad de que los demás puedan ofrecerle y aún imponerle[38] consideraciones que ayuden a su juicio, exhortaciones que fortalezcan su voluntad, pero el individuo mismo ha de ser el juez supremo. Frente al individuo que actúa de "mala manera" pero que no viola los derechos de los otros, Stuart Mill considera que "Nosotros mismos tenemos también el derecho a obrar de distintas maneras según nuestra desfavorable opinión respecto de [ese] otro, sin menoscabo de su individualidad, sino sencillamente en el ejercicio de la nuestra".
Pero por otro lado afirma que el hecho de que una persona arruine su vida por una conducta equivocada no es razón para que nosotros deseemos extremar más todavía su ruina, sino que en lugar de desear su castigo, debemos tratar de aliviárselo. Por lo tanto considera que no se debe tener ante ella irritación o resentimiento, ni se la debe tratar como enemiga de la sociedad. A lo sumo podrá ser objeto de piedad y quizá de aversión, y lo peor que uno está habilitado a hacerle es abandonarla a sí misma.
Para el análisis de la teoría del sujeto que propone la democracia, comenzaré con el pensamiento de Kant (1724-1804). Al definir la ilustración, Kant la identifica con la liberación del hombre de su culpable incapacidad, causada por la falta de valor que él tiene para servirse de su inteligencia sin guía de otro. Así, Kant exclama "Sape ande!", que significa, "Ten el valor de servirte de tu propia razón". De esta forma, la persona humana individual, el individuo concreto[39], es puesto como centro, como valor supremo. El peligro reside entonces para Kant en la dificultad de emanciparse, porque hay sectores sociales que se oponen. Así es que Kant se levanta contra el estado de pupilo y afirma que para la ilustración no se precisa más que una cosa: la libertad, para que cada individuo pueda hacer un uso público de su razón.
Kant pone a la persona humana como la condición suprema de todas las relaciones jurídicas, y afirma así la idea del Estado de Derecho, basado en el principio de la división de poderes. Ese Estado pone el énfasis sobre la libertad de las personas, sobre su autodeterminación, lo cual lleva a la idea del individuo como sujeto[40]. A diferencia del Estado totalitario, que plantea la felicidad como política de Estado (que lleva en definitiva a la coerción), Kant considera que la felicidad es un asunto personal.
Según Alain Touraine, al entender al individuo como sujeto se está hablando de:
1. Libertad vs. determinaciones sociales. El sujeto es el esfuerzo de transformación de una situación vivida en acción libre, introduce libertad en lo que en principio se manifestaba como determinaciones sociales y herencia cultural.
2. Libertad vs. roles sociales. El sujeto es definido por su libertad y no por sus roles. El sujeto es un principio moral en ruptura con la moral del deber que asocia la virtud con el cumplimiento de un rol social. El individuo se convierte en sujeto no cuando se identifica con la voluntad general y cuando es el héroe de una comunidad sino, al contrario, cuando se libera de las normas sociales del deber de Estado. El individuo implica proyecto de vida, ideal de independencia y responsabilidad.
3. Condiciones del sujeto. La idea de sujeto combina 3 elementos cuya presencia es igualmente indispensable:
a) Resistencia la dominación.
b) Amor a sí mismo, mediante el cual el individuo postula su libertad como la condición principal de su felicidad y como un objetivo central.
c) El reconocimiento de los demás como sujetos y el respaldo dado a las reglas políticas y jurídicas que dan al mayor número de personas las mayores posibilidades de vivir como sujetos.
4. Búsqueda de sí mismo y relación con sigo mismo. Más acá del conocimiento del otro, se sitúa siempre la búsqueda de sí mismo ya que el individuo no es sujeto por decisión divina, sino por su esfuerzo para liberarse de las reglas y para organizar su experiencia.
5. Sujeto vs. lógica del mercado y de los aparatos. El sujeto no se reduce a la razón, no se define y no se comprende a sí mismo más que en su lucha contra la lógica del mercado o de los aparatos técnicos (y políticos). Es libertad y liberación aún más profundamente que conocimiento. Al mismo tiempo, es pertenencia a unas identidades colectivas tanto como apartamiento y liberación. El sujeto es a la vez razón, libertad y memoria. En la evolución de la historia de la idea de sujeto, el sujeto humano no se alcanza así mismo sino a través de un sujeto divino, luego un sujeto social, antes de estar obligado a descubrir su propio rostro, el de su libertad.
6. Inversión de las concepciones sobre la democracia. La idea de sujeto marca el punto extremo de las concepciones de la democracia,, ya que implica el reconocimiento de los sujetos individuales con la mayor libertad posible para cada uno.
7. Democracia y cultura. La democracia es un sistema institucional que reconoce el pluralismo cultural en la comunidad, aún más que el pluralismo social.
8. Relación entre sujeto, democracia y conflicto de valores. La democracia incorpora al sistema el conflicto y la discusión de valores. Es el único sistema que permite interrogarse sobre la validez de sí mismo.
Por su parte, para Flores D'Arcais hablar de individuo implica:
Implica DIFERENCIA, la existencia única e irrepetible que hace de cada uno un disidente. El individuo o es único o no lo es
Implica AUTONOMÍA, libertad de autoproyectarse. Por lo tanto no hay individuo si la existencia se resuelve en el cumplimiento de un papel predispuesto, como por ejemplo la esfera del mercado, que no es suficiente para producir individuos.
Implica IGUALDAD DE OPORTUNIDADES, ámbito irrenunciable de la diferencia.
En relación a esto último, implica que se den los derechos a SANIDAD, CASA y EDUCACIÓN. Todos y para todos. Puesto que los derechos sociales y civiles son fragilísimos, en tanto van contra naturam, es necesario que exista un poder público férreo que los garantice.
Implica PARTICIPACIÓN LIBRE y EFECTIVA en la esfera de la comunicación y de la decisión pública. Por lo tanto, el hombre de la sociedad civil que se desenvuelve sólo en el ámbito privado no es individuo, y tampoco lo es aquel que no pueda expresar libremente su opinión.
Implica PODER COMPARTIDO y SIMÉTRICO, a partir del cual puede hacer valer su irreducible diferencia. Esto quiere decir un PODER EQUILIBRADO, LIMITADO y CONTROLADO.
Implica INSTITUCIONES POLÍTICAS que garanticen y propicien el ejercicio de la diferencia.
2.2. Una realidad diferente. Debate abierto.
Hasta aquí, diferentes ideas (algunas más teóricas, otras más descriptivas de situaciones reales) de lo que implica la democracia. Se debe admitir, no obstante, no todos sus postulados se aprecian en la realidad de los regímenes que se autodenominan democráticos en la actualidad.
Por ejemplo, Flores D'Arcais dice que la modernidad promete el individuo a la vez que lo abandona. Es decir, dice una cosa pero hace otra, proclama solemnemente los valores del individuo pero en la práctica deja que rijan otros valores. Por lo tanto es la hipocresía la verdad de la modernidad, el haber eludido el proyecto del individuo.
Para justificar esto, y partiendo de la base de que en la modernidad todo "sujeto" debe doblegarse a la inevitable voluntad del mercado, el autor propone el ejemplo del homo oeconomices, esencialmente in-diferente, ya que bajo el punto de vista del enriquecimiento y del consumo todos los hombres valen como replicantes de un único modelo. Además tampoco existe autonomía, ya que esta es diluida en la competición entre homólogos indiferentes. Por último, las otras implicancias de individuo tampoco se cumplen en la sociedad moderna y sus instituciones "representativas" agonizantes.
En definitiva, lo que la modernidad realiza, más que el individuo, es el individualismo, como ideología que anula al individuo en cuanto a diferencia, ya que lo reduce a replica de un mismo guión.
Como dice Flores D' Arcais, este sistema de representación está en crisis y hay un eclipse en las instituciones representativas de Occidente. Para él, desde la década del 80 el monopolio de la política en manos de una corporación profesional (los partidos de masas) está contaminando y amputando a las democracias occidentales, ya que está transformando en ficción las dos características fundantes de la democracia:
la formalidad: entendida como un pacto (ordenamiento jurídico) por el cual el Estado, a través de funcionarios imparciales, garantiza a todos los ciudadanos sus derechos y su protección. Este pacto declina cuando la afiliación política o los lazos de clientela tienen más peso que la ciudadanía para el goce de derechos y de protección por parte del Estado.
la representatividad: se desvanece, entre otras cosas, cuando el ciudadano advierte que...
ha sido degradado a súbdito y a cliente de una clase política de hecho inamovible
la política se va transformando en cosa de ellos (los políticos), en actividad y monopolio de una corporación atrincherada
la mayoría y la oposición se asemejan cada vez más anulando cualquier posibilidad de elección y control
su soberanía ha sido reemplazada por el abuso de poder de ellos
los políticos de profesión son una casta de que se reproduce por cooptación y gemación, autolegitimada y autorreferencial, incapaz de representar la voluntad de los ciudadanos.
Bajo este desvanecimiento de la democracia[41], que según Flores D'Arcais se da fuertemente en los 80, el ciudadano vive la política cada vez más como algo extraño y se crea un círculo vicioso en el que este "ciudadano" (cada vez más entre comillas) oscila entre la apatía (que afianza aún más a los dueños de la política) y la rabia contra todos los políticos. Esta "ciudadanía escamoteada", muchas veces elige canales populistas e iliberales para expresarse, fortaleciendo la voluntad de obediencia, que según Flores D'Arcais, es el caldo de cultivo de toda desviación totalitaria[42].
Introduciré ahora una distinción entre dos vertientes diferentes de democracia que, aunque presenta ciertas ambigüedades (sobre todo en cuanto al significado del término "liberal"), me parece útil para analizar cómo muchos de los regímenes que actualmente se autodenominan democráticos tienen tan sólo una democracia restringida.
Es la distinción que Rafael Roncagliolo[43] realiza entre:
Concepción liberal de la democracia
En esta perspectiva, la democracia resulta apenas una forma práctica de gobierno, que entiende a la política como mera técnica y que convierte a la representación en verdadera sustitución de los representantes por los gobernantes.
Se trata de una posición elitista, que restringe el sufragio a la vez que restringe la idea democrática al estrecho ámbito de la administración pública, despolitizando conceptualmente a la sociedad civil, a la economía y a los hombres concretos, y privatizando, en consecuencia, los procesos de toma de decisión sobre el mayor número de aspectos de la vida en sociedad.
La democracia así se reduce a la política, y ésta al sufragio. Se da así una democracia devaluada, una democracia gobernante mas no gobernada ni gobernable popularmente. Se reduce así todo mecanismo de participación política al acto de votación.
Esta democracia promueve el concepto de libertad-autonomía, que atomiza, pero no la libertad-participación, que integra. Es una libertad que se afirma de modo casi exclusivo frente al Estado. Así, se reduce la democratización de las comunicaciones a la interferencia del Estado, al mito de la libertad de prensa y al "libre flujo internacional de noticias", libertad que en América Latina encubre sólidos monopolios de clase y de empresas trasnacionales, junto con una veloz concentración antidemocrática en la propiedad de las empresas comunicativas.
Concepción social de la democracia
La democracia es propuesta válida para el conjunto de las actividades sociales y, sobre todo, para la vida económica, en la que se gestan y se oponen parte muy importante de los intereses concretos de los hombres.
Esta concepción procura descubrir en el funcionamiento intrínseco de los sistemas comunicativos su carácter democrático o no. La participación en este modelo no se reduce al consumo informativo o al acceso a los medios, sino que implica que la mayor cantidad de personas posibles puedan tener un rol activo en la emisión de discursos sociales y en el proceso de la toma de decisiones.
Para finalizar, propongo entonces deschavar el nivel de democracia que una sociedad verdaderamente posee, tomando la propuesta que hace Simpson. Él parte de las ideas de Abrahan Moles y Claude Zeltmann, quienes dicen que "en una sociedad totalmente democrática e irrealizable habría la misma cantidad de emisión que de recepción (...) Cabe, pues, definir los tipos de sociedad por su relación media de emisión-recepción".
En tanto la comunicación es constitutiva de lo social, este método es para Simpson muy fecundo para el análisis de modelos de sociedad. En tanto la concentración del poder económico-político implica la concentración del poder de producción y difusión del discurso social, un desequilibrio entre las tasas de emisión y recepción expresaría las relaciones reales de poder en el conjunto de la sociedad. Este método sirve entonces para detectar la división jerárquica del trabajo entre emisores y receptores que se da en una sociedad[44], con el objetivo de intentar suprimirla aumentando los promedios de emisión, ya que como dice Simpson "no es posible hablar de sistemas democráticos y participativos cuando la investigación demuestra que los índices de recepción sobrepasan holgadamente a la tasa media de producción y difusión de mensajes, cuando predominan estructuras verticales y unidireccionales de comunicación".
[0]Máximo Simpson Grinberg fue uno de los mejores profesores que tuve en la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA. Un tipo querible, alegre y motivador. Llegaba a clase, tiraba sus sonrisas, y se ponía a tejer ideas. Pero no se quedaba ahí: el hombre te hacía sentir querido. Estaba felíz con el solo hecho de tener a 10 pendejos escuchándolo. Digo 10, porque éramos pocos: su materia era optativa. Charlando al final de una clase, me dejó la crítica más lúcida que escuché sobre la carrera de comunicación en la UBA: la ausencia de una vertiente democrática de la comunicación en sus contenidos.
[1]La distinción entre estas dos corrientes no implica que sus ideas divergentes se hayan manifestado históricamente de manera unívoca, ni que su frontera sea tajante y no existan matices entre ambas.
[2]Me restrinjo a incluir únicamente la concepción platónica del filósofo-rey. Por falta de datos suficientes no incluyo en el trabajo un detalle de otros autores representativos de esta corriente del pensamiento político, como por ejemplo, Hegel y su ideal del Estado, Bentham y su sociedad disciplinaria utilitarista, Comte y su autoritarismo científico-positivista, Hobbes y su estadolatría, Carlyle y su idea del gobierno del hombre providencial o Rousseau y su falta de definición de la voluntad general como legitimante para el ejercicio del poder. El presente trabajo, de perspectiva occidental, deja de lado, por ignorancia, la posible existencia de otros orígenes para esta corriente fuera del pensamiento occidental.
[3]Pero además de la posesión del saber, la élite es la "intérprete" de los dioses, como "factor externo" que les ha transmitido el conocimiento, y por lo tanto está absolutamente justificado como verdadero. Además, según afirma Platón, "El hombre (...) no ha sido hecho sino para ser un juguete en manos de la divinidad, y esto es lo mejor que hay en él".
[4]De ahí la admiración de Platón por la organización social de Egipto, en donde las pinturas o las esculturas de muchos milenios atrás "(...) no son ni más bellas ni más feas que las de hoy en día, y están estas elaboradas con una técnica idéntica".
[5]En referencia a las normas y las leyes.
[6]Las normas son las leyes no escritas, que son tan fundamentales como las leyes escritas para el ordenamiento de la ciudad. Según Platón, un gran número de usos y costumbres, debido a su vital importancia, afluyen constantemente a la legislación escrita, haciendo aumentar su extensión.
[7]La distinción la hago en términos de regímenes y no de sistemas ya que, como dice Sartori, el totalitarismo carece del carácter de sistema.
[8]No en el sentido de participar brindando opiniones y tomando parte del proceso de la toma de decisiones, sino tan sólo en el sentido de brindar apoyo a las ideas del régimen.
[9]En base a la distinción que Samuel Huntington establece en su libro Political Order in Changing Societies.
[10]En la presente clasificación evolucionista, el Estado sin partidos precede al Estado antipartidos; Sartori considera al Estado sin partidos como "el estado natural de una sociedad tradicional", es decir, Estados previos a los partidos en sociedades que han resistido o escapado a la modernización.
[11]La primera oleada de Estados de partido único se dio en el período 1920-40 con los tipo soviético, nazi y fascista.
[12]Esto no implica, según interpreto el "espíritu" de Sartori, que el Estado unipartidista sea más "evolucionado" que el sistema de partidos, aunque en la pág. 68 del libro él habla de una "vinculación genética entre los partidos en plural y el partido en singular".
[13]Debo sin embargo decir que en el caso de las colonias que en las décadas del 60 y 70 de este siglo se independizaron y se constituyeron en estados socialistas, esto no ocurrió, y de Estados antipartidos o incluso de Estados sin partidos se constituyeron en Estados unipartidistas. Al mismo tiempo, tengo también que reconocer que, entre otras cosas, quizás por el hecho de haber carecido de un sistema pluripartidista previo, esos Estados (y sus poblaciones) padecieron de múltiples problemas.
[14]Este disenso interno siempre y únicamente ha producido facciones, por lo tanto no implica un pluralismo unipartidista y no puede decirse que un partido único coincida con cierta democracia política, en tanto las comunidades pluralistas poseen dos procesos competitivo-electorales (interno y externo) mientras que las comunidades políticas monistas poseen a lo sumo sólo uno (interno).
[15]Así, por ejemplo, existió un teatro nazi, una pintura nazi, una arquitectura nazi, una poesía stalinista, una novela socialista.
[16]Es la primera vez en el trabajo que incluyo el nombre de Marx dentro de la corriente totalitaria del pensamiento político. Hay que aclarar que, en relación a si es totalitario o democrático, su pensamiento presenta ambigüedades.
[17]Como una máquina constituida por una red de reflejos con distintas respuestas encadenadas unas a otras en función de estímulos externos.
[18]"Éticamente neutra" para Skinner.
[19]Que siguiendo a Skinner pueden ser policías, sacerdotes, propietarios, maestros o terapeutas, entre muchos otros.
[20]Todas con sus respectivas ramificaciones.
[21]Artículos constitucionales que establecen de manera directa, clara e inequívoca la subordinación de las diversas organizaciones sociales al aparato estatal y al partido dominante.
[22]El carácter subordinado de las organizaciones sociales puede ser oblicuo o debe inferirse a través del cotejo de dos o más artículos constitucionales.
[23]La emulación vendría a ser el equivalente socialista de la competencia capitalista. Ver cómo Platón, en la pág. 2 de este mismo trabajo, habla de la necesidad de "que entre nosotros, pues, todo el mundo tenga una sana emulación por la virtud (...)".
[24]Según Schmitter, es este un sistema de representación de intereses corporativo estatal "en el cual las unidades constitutivas están organizadas en un número limitado de categorías singulares, obligatorias, no competitivas, ordenadas jerárquicamente y diferenciadas funcionalmente, reconocidas o autorizadas (sino creadas) por el Estado y a las que se ha concedido un monopolio deliberado de representación dentro de sus respectivas categorías a cambio de observar ciertos controles en la selección de sus dirigentes y en la articulación de las demandas y los apoyos". El corporativismo se diferencia del sistema monista de representación (propio del comunismo) en que se produce dentro de un modo de producción capitalista.
[25]Neumann, Franz Leopold (1944). Behemoth: La estructura y la práctica del Nacional Socialismo, 1933 - 1944. Harper.
[26]El ocio era considerado no como un valor en sí mismo, sino como un instrumento para recuperar las fuerzas productivas.
[27]Lo extiendo teniendo en cuenta que si bien en la práctica comunicacional estos últimos dos modelos funcionaron bastante similarmente a la teoría de las correas de transmisión, no vimos en la materia una teoría como ésta para el caso del fascismo italiano ni para el nacionalsocialismo nazi, y tampoco vimos si estos dos modelos tienen vinculaciones con las teorías conductistas estímulo-respuesta. De todos modos, y como ya señalé al final de la pág. 13, el "factor externo" aparece de alguna manera reflejado en las ideas de Mussolini.
[28]No encontré una referencia clara al factor externo en el modelo nazi-fascista, probablemente porque no hicimos reseñas sobre el nazismo. De todos modos, ese régimen presenta características muy similares al de Mussolini (en el cual sí encontré referencias al factor externo), por lo tanto es probable que esa idea se encuentre en Hitler también.
[29]Fenómeno que expresa el carácter real de las relaciones de poder y de la estructura de toma de decisiones.
[30]Esta es una interesante diferencia entre el comunismo y el fascismo corporativista, pero a la vez marca una semejanza entre ambos. Es diferencia porque mientras en el primero la plusvalía va a parar a la nomenclatura del partido, en el segundo se acumula en el gran capital asociado al Estado corporativo-fascista. Es semejanza porque en ninguno de los dos casos la clase trabajadora se queda con la plusvalía.
[31]Estratega y estadista ateniense. Bajo la dirección de Efialtes, jefe del partido demócrata, en el año 463 atacó al aristócrata Cimón. Después del asesinato de Efialtes, Pericles se convirtió en el jefe del partido. A pesar de haber sido reelegido al menos quince veces como estratega del Estado ateniense entre 443 a.C. y 429 a.C. (es decir, sin una limitación temporal a su poder), durante su mandato produjo una democratización de la vida política ateniense y durante el llamado "siglo de Pericles" Atenas alcanzó el apogeo de su civilización. Es cierto que Pericles -en el conflicto de Atenas con Corinto, Egina, Esparta y sus aliados los beocios y los persas- se pronunció largo tiempo en favor de la guerra a ultranza y dirigió frecuentemente las operaciones militares, pero después de la paz de Calias con los persas y la paz de treinta años con Esparta, no utilizó más que métodos pacíficos y el prestigio de sus realizaciones culturales y sociales para imponer la hegemonía ateniense a las ciudades griegas aún independientes. Si bien también es cierto que reprimió enérgicamente la sublevación de los samios, les impuso un gobierno democrático.
[32]Hay que aclarar que el individualismo filosófico impulsado por Pericles es absolutamente diferente del individualismo de mercado tan extendido hoy en día en las sociedades de consumo. Ese individualismo filosófico implica el reconocimiento de la subjetividad y del ámbito privado, una afirmación de la intimidad y de lo rico de su diversidad.
[33]Como sí sucede en el totalitarismo.
[34]Entendidos como agrupaciones menos permanentes, menos institucionalizadas y generalmente menos penetrantes que las organizaciones. Es importante su acción en la recepción-resignificación de los mensajes que emiten los medios masivos, y también en la formación y cambio de opiniones políticas.
[35]De las tres funciones que Sartori asigna a los partidos, la de comunicación va más allá incluso de los partidos, ya que todos los sistemas políticos tienen comunicación política; la de canalización, que consiste en brindar canales de comunicación, se da principalmente a través de los partidos, aunque de diferente manera si se trata de un Estado unipartidista o si es un sistema pluralista; finalmente, la de expresión se da solamente en las comunidades políticas pluripartidistas, ya que implica la posibilidad de que los ciudadanos comuniquen cosas al Estado y lo controlen.
[36]Además de los sindicatos, agrupaciones patronales, grupos de presión.
[37]Vemos la diferencia que plantea esta postura con la idea del factor externo. Aquí, hasta el hombre más "vulgar" tiene suficiente "conciencia" como para saber lo que más le conviene.
[38]Sería bueno saber a qué se refiere Stuart Mill cuando habla de que esas exhortaciones y consideraciones pueden ser "aún impuestas por los demás".
[39]Y no una abstracción.
[40]El sujeto es tal en la medida en que sea autónomo.
[41]Que supone un concreto empobrecimiento de identidad, de esperanza y de calidad de vida.
[42]Cuando la ciudadanía se encuentra frustrada en sus términos de comunicación simétrica y poder compartido, busca una satisfacción sustitutiva en la identificación-subordinación con el líder fuerte, con la personalidad autoritaria donde delega ilusoriamente la función de defensa contra las injusticias y las frustraciones.
[43]Rafael Roncagliolo, "Comunicación y democracia en el debate internacional", en Revista Nueva Sociedad.
[44]Más allá de la ideología autoproclamada por el sistema imperante en esa sociedad.