Sartori considera que no se puede edificar una teoría de los partidos y de los sistemas de partidos a menos que se establezca lo que no es un partido y que se tenga en claro para qué son los partidos.
Para dilucidar lo que no es un partido y mínimamente identificar al objeto "partido" me gustaría explicitar la definición mínima[1] que Sartori da de partido, aplicable al mundo a partir de 1945: "Un partido es cualquier grupo político identificado por una etiqueta oficial que presenta a las elecciones, y puede sacar en elecciones (libres o no) candidatos a cargos públicos". Esta definición implica lo siguiente:
al partido único se lo considera partido;
se excluye de la definición a los partidos que son sólo etiquetas que no podrán sacar en elecciones a candidatos propios, por lo tanto también se incluye la exigencia de que el grupo con etiqueta oficial de partido sea lo bastante eficaz y coherente para lograr que alguno de sus candidatos salga elegido;
la facción queda diferenciada del partido.
Pero en tanto esta es sólo una definición mínima, no tiene capacidad explicativa ni predictiva. Desde una perspectiva histórica, sabemos que el partido es un nombre nuevo porque la "cosa" que designa es nueva. Recién a partir del siglo XVI se utiliza el termino en sentido político; en el s. XVII los partidos se consideraban con grandes sospechas porque conceptualmente partidos y facciones estaban muy mezclados y era difícil distinguir entre ellos; recién en el s.XIX se afirmó claramente la distinción y se aceptaron los partidos como instrumentos legítimos y necesarios del gobierno libre.
Los motivos por los que nacen los partidos llevan directo a la respuesta del para qué de los partidos. Sartori afirma que los partidos nacieron para reconciliar la existencia privada y la coexistencia pública, para hacer que una parte no ponga en peligro la unidad y para encontrar la manera de utilizar una parte en beneficio del todo. De esta forma, se introduce el marco parte-todo, que según las características que asuma diferenciará al pluripartidismo de partido único.
Para continuar con la caracterización de los partidos, Sartori elabora una explicación funcional en la que les asigna a los partidos 3 funciones -de distinto nivel de abstracción-:
Comunicación. Es la categoría más general en tanto va más allá de la esfera de los partidos. Todos los sistemas políticos tienen comunicación política, por lo tanto carece de capacidad discriminatoria suficiente.
Canalización. Consiste en brindar canales de comunicación. Su ámbito no es tan amplio ya que en las comunidades políticas en que no hay partidos no existe una canalización importante. Es relevante tener en cuenta la dirección de la comunicación que se intercambia por el canal: si es desde abajo o desde arriba, quién habla y quien escucha, quién controla el lado de entrada del canal.
Expresión. Permite que los ciudadanos comuniquen cosas al Estado (autoexpresión) y lo controlen. Es la categoría menos inclusiva de las tres y la más discriminadora, pues no se aplica a todas las comunidades políticas de partidos sino sólo a las comunidades políticas con una autonomía del subsistema de partidos (pluralismo de partidos).
Como base histórica para la explicación de la existencia -plural o singular-, inexistencia o negación de los partidos políticos, Sartori[2] elabora una clasificación evolucionista de los Estados a partir del manejo de la variable "partidos políticos". De esta manera surge una diferenciación que estructura todo el texto y considero central para la descripción de las características de cada etapa:
Estados sin partidos
Constituidos por comunidades políticas tradicionales que han resistido o escapado a la modernización, Sartori -citando a Huntington- considera a los Estados sin partidos como "el estado natural de una sociedad tradicional". En general, son Estados previos a los partidos; por ejemplo -en 1974-: Arabia Saudita (hoy monarquía absoluta), Yemen (hoy democracia multipartidista), Jordania (hoy monarquía constitucional con sistema democrático), Afganistán (hoy no sé) y Nepal (hoy monarquía constitucional parlamentaria).
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Estados antipartidos
Cuando una sociedad se va modernizando, el Estado sin partidos se va convirtiendo en un Estado antipartidos, que implica el gobierno de regímenes que suprimen los partidos preexistentes, adoptan una actitud antipartidos o profesan una doctrina antipartidos. La mayor parte de los Estados antipartidarios eran (en 1974) regímenes militares en sociedades subdesarrolladas o en desarrollo -sobre todo en Sudamérica y África-, que a menudo afirmaban tener un carácter provisional en los casos de urgencia.
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Aparición de una sociedad politizada
La aparición de una sociedad politizada implica que la sociedad, al mismo tiempo que participa en las operaciones del sistema político, es necesaria para que el sistema funcione con más eficacia, por lo tanto ya no se puede dejar de lado a la población en general, sino que conviene implicarlas en la política. Esto genera un nuevo problema: la canalización, la necesidad de un sistema de tráfico regularizado que enchufe a la sociedad en el Estado y viceversa. Esta función es desempeñada por los partidos políticos, que adquieren relevancia, ya que la no existencia de partidos dejaría a la sociedad fuera del alcance, fuera del control.
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Pluralismo de partidos
Una comunidad política sin partidos no puede manejar una sociedad politizada, por lo tanto muchos Estados occidentales implantaron sistemas democráticos. Este estadio de desarrollo se caracteriza en principio por un amplio derecho de voto y por la aparición de sistemas de partidos estructurados que giran en torno a los partidos de masas y que desempeñan una función canalizadora y expresiva.
Todo pluralista polifacético. Considera que el todo es el resultado de una interacción competitiva de las partes (partidos). Todo sistemático.
Posee carácter de sistema, en tanto los partidos[3] interactúan entre sí y manejan un sistema propio, un subsistema independiente. Este es un excelente indicador de la poliarquía, de la libertad y del poder que tiene una sociedad respecto al Estado.
Estado y partidos se dividen y se desunen. Los partidos se hallan situados a mitad de camino entre los gobernantes y los gobernados.
Reconoce el disenso e institucionaliza la oposición.
Los partidos son instrumentos de expresión.
La sociedad configura al sistema de partidos.
Democratiza el poder.
Un partido gobierna en la medida en que responde a, y se pone del lado de, los gobernados.
Posee dos procesos competitivo-electorales: interno (intrapartidos) y externo (entre partidos). Este último es el más importante.
El sistema de partidos es un sistema de canalización libre (permite escoger autónomamente entre canales), en el cual prevalece la expresión por encima de la represión. Permite a los ciudadanos comunicar cosas al Estado.
Estado unipartidista
Cuando falla el pluralismo de partidos, las sociedades políticamente desarrolladas adoptan como solución el Estado unipartidista[4]. De esta manera, el pluralismo de partidos antecede al Estado unipartidista[5], no sólo en tanto éste último se erige como solución a los defectos o fracasos del primero, sino también en tanto para que exista un partido único -que es de alto nivel de complejidad- es necesario que previamente se haya aprendido algo de la experiencia con los partidos pluralistas, menos complejos que el partido único.
La necesidad de la existencia del partido único está en que a una sociedad moderna -politizada- no se la puede dejar de canalizar, y es más, los Estados de partido único necesitan una sociedad politizada por todas partes, más de lo que lo necesitan las comunidades políticas pluralistas, en tanto el monopartido exige exclusividad, debido a su necesidad de legitimarse, de demostrar que puede hacer más, mejor y más rápido las cosas que los sistemas pluralistas.
Todo monista monofacético. El partido único rechaza la idea de que un todo sea el resultado de una interacción competitiva de unas partes. Todo asistemático.
Carece del carácter de sistema, ya que los partidos constituyen sistema sólo cuando son partes en plural de un todo político en el cual compiten e interactúan. No está permitida la autonomía de subsistemas. (Sí se puede hablar de sistema si el objeto que se investiga es el partido, es decir el partido único como sistema, como microcosmos en el cual existen posiciones y oposiciones[6]. En definitiva, se podrá hablar de un sistema de Estado-partido, pero no de un sistema unipartidista).
El Estado y el partido son respecto de la población en general dos organismos que se sostienen y refuerzan mutuamente, en tanto el partido único es una duplicación del Estado.
Niega la validez del disenso e impide la oposición.
El partido es un instrumento de extracción.
El sistema de Estado-partido configura a la sociedad.
Poder autocrático.
El partido único gobierna en forma permanente y su problema es el de quién gobernará al propio partido.
A lo sumo posee un sólo proceso competitivo-electoral: interno.
El sistema de Estado-partido es un sistema de canalización obligatoria (ofrece monopólicamente un sólo canal), en el cual prevalece la represión sobre la expresión. Establece una red de comunicación para comunicar cosas a la sociedad.
Sartori, Giovanni. Partidos y sistemas de partidos. Alianza Editorial, Madrid, 1980.
[1]Esta definición tiene por objetivo identificar al objeto, disipar la indefinición sobre qué es y qué no es un partido. Esta definición mínima no tiene capacidad predictiva ni explicativa.
[2]En base a la distinción que Samuel Huntington establece en su libro Political Order in Changing Societies.
[3]Además de los sindicatos, agrupaciones patronales, grupos de presión.
[4]La primera oleada de Estados de partido único se dio en el período 1920-40 con los tipo soviético, nazi y fascista.
[5]Esto no implica, según interpreto el "espíritu" de Sartori, que el Estado unipartidista sea más "evolucionado" que el sistema de partidos, aunque en la pág. 68 del libro él habla de una "vinculación genética entre los partidos en plural y el partido en singular".
[6]Este disenso interno siempre y únicamente ha producido facciones, por lo tanto no implica un pluralismo unipartidista y no puede decirse que un partido único coincida con cierta democracia política, en tanto las comunidades pluralistas poseen dos procesos competitivo-electorales (interno y externo) mientras que las comunidades políticas monistas poseen a lo sumo sólo uno (interno).