Del liberalismo económico al Estado Corporativo Fascista. Un recorrido histórico.
El liberalismo económico es propio del primer período del capitalismo, del período dinámico que abarca según Mussolini de 1830 a 1870 y que se caracteriza por el libre cambio.
Con la aparición de los carteles, los sindicatos, los consorcios, los trusts, propios del segundo período del capitalismo (el estático), el libre cambio muere y la economía capitalista se dirige hacia el Estado para pedirle protección aduanera. En ese momento, el liberalismo "recibe un golpe mortal", se entra en una etapa en la que las empresas encuentran que mejor que luchar es unirse para dividirse los mercados y repartirse los beneficios. Advierten que se puede influir sobre la oferta y la demanda. En esta fase viene la Primera Guerra Mundial.
Luego adviene la tercera fase (la decadente), en la que existe una crisis del sistema capitalista a nivel universal. Aparece el supercapitalismo, expresado en la utopía del consumo ilimitado y la nivelación del género humano, como un ideal de consumo estandarizado de una producción masiva. Se tiende a la desaparición del carácter privado de la empresa. Nacen las sociedades anónimas, porque el capitalismo, debido a sus dimensiones, ya "no puede contar solamente con la riqueza familiar o de un pequeño grupo, sino que tiene que llamar, por medio de la emisión de acciones y obligaciones, al capital anónimo, indiferenciado, coloidal". "Cuando una empresa llama al capital de todos [la banca], cesa su carácter privado, se convierte en un hecho público, o, si os parece mejor, social".
En este período, cada vez se hace más necesaria la intervención del Estado en la economía. Dice Mussolini "(...) si en cualquier nación de Europa el Estado se durmiese, aunque sólo fuera 24 horas, acontecería un desastre". "Ahora ya no hay campo económico donde el Estado no tenga que intervenir".
Según Mussolini, esa intervención necesaria del Estado en la economía se dio antes del fascismo de dos maneras preponderantes:
la inorgánica, empírica, caso por caso
la comunista, por la cual Mussolini no siente "ninguna simpatía", ya que la tendencia hacia el capitalismo de Estado, que es en definitiva el socialismo soviético, burocratizaría la economía nacional.
Como adecuación al estadio de desarrollo del capitalismo en la década del 20 y del 30, nace el Estado Fascista, creación original del sindicalismo fascista italiano que lo precedió.
El Fascismo como modelo político, económico, militar.
Según declara Mussolini, las tres grandes actividades del Fascismo son:
Dice Mussolini: "Disciplinamos las fuerzas políticas, disciplinamos las fuerzas morales, disciplinamos las fuerzas económicas. Estamos, pues, en pleno Estado Corporativo Fascista (...), el Estado de la sociedad nacional, el Estado que une y disciplina, que armoniza y guía los intereses de todas las clases, igualmente tuteladas".
"Nosotros tenemos que imponer duras disciplinas y si alguna vez castigamos a alguien, lo hacemos para salvar a la Nación, para salvar el todo que está representado por el pueblo italiano".
Mussolini se define, entre otras cosas, como "un hombre que impondrá a todos la disciplina necesaria".
El Fascismo como modelo económico.
Defensa del Capitalismo.
Dice Mussolini: "(...) al capitalismo, con sus virtudes y sus defectos, aún le quedan algunos siglos de existencia (...)". "(...) El Sindicalismo Fascista considera al capital no como elemento a suprimir -lo que práctica e históricamente es absurdo- sino como un elemento a liberar y a potenciar (...) que el capital se desembarace todo lo posible de cualquier obstáculo interno o externo (...)". La propiedad "no es un bien egoísta, sino un bien que cumple ejercer y desenvolver en un sentido humano y social". "(...) La propiedad ya no es un robo como se lee en la baja literatura socialista sino el resultado del ahorro, y de las fatigas de los que se han privado hasta de lo necesario (...)". "Las Corporaciones pueden mejorar la suerte de sus sindicatos si el capitalismo es fuerte, no en cambio si el capitalismo es débil, estático, empavorecido". "Las condiciones de los trabajadores están ligadas a las condiciones de desenvolvimiento del capitalismo en su propio país".
Crítica al Marxismo-Leninismo y al Comunismo.
Para el Fascismo, creer que la felicidad de los hombres depende exclusivamente de la satisfacción más o menos completa de sus necesidades materiales, como opina el socialismo, es absurdo. "(...) El interés material no es el único móvil de las acciones humanas", por lo tanto el fascismo se opone a la concepción de la vida y a la doctrina que sostiene el marxismo (el materialismo histórico) ya que el hecho de "(...) que las vicisitudes de la economía (...) basten a explicar la historia humana excluyendo los demás factores, es absurdo".
Por otra parte, rechaza la supuesta idea socialista de que la nivelación económica hace felices a los hombres: "Esto es una estúpida locura. La naturaleza es el reino de la desigualdad. En la sociedad se puede partir de un mínimo denominador común, pero la naturaleza, la fuerza de las cosas, la vida misma de los pueblos, inducen a desigualdades necesarias. Como en los individuos, (...) en las naciones hay pueblos en marcha hacia el horizonte, pueblos que están parados y pueblos que mueren".
"El Sindicalismo Fascista rechaza la antítesis, de origen marxista, entre capitalismo y proletariado (...)"."Un capitalista inteligente no puede esperar nada de la miseria". "Los capitalistas modernos son capitanes de industria, grandísimos organizadores, hombres que tienen y deben tener un alto sentido de responsabilidad civil y económica (...)".
"El error del marxismo consiste en creer que hay solamente dos clases", y que esas dos clases están "en perenne contraste". "(...) Para los socialistas de todos los matices la lucha de clases es la regla, mientras para nosotros es la excepción; la colaboración de las clases, para ellos es la excepción y para nosotros la regla".
"Difiere el nuestro del sindicalismo rojo en una cosa fundamental. Ésta: que no quiere ir contra el derecho de propiedad". "(...) ningún sindicato es finalista (...)", "Nuestro sindicalismo es colaboracionista (...)". "Le preguntaban a un obrero de Nueva Zelandia cuál era su programa y él respondió: 'Mi programa es sencillo: diez chelines por día'. Son más bien los partidos y sus ideologías los que añadieron a este movimiento fines que evidentemente lo sobrepasan".
"Negamos vuestro internacionalismo, porque el internacionalismo es una mercancía de lujo sólo asequible a los ricos, mientras el pueblo está desesperadamente unido a la tierra natal". "No es cierto (...) que el proletariado sea internacional (...)".
"(...) Sin el capitalismo, sin sus sistemas técnicas de producción, Rusia no se levantaría jamás". Ese comunismo, que Mussolini considera capitalismo de Estado, "(...) no es más que la burocratización de la economía. Yo creo que ninguno de vosotros quiere burocratizarse, es decir congelar la realidad dela vida económica de la nación, realidad complicada, mudable, ligada a cuanto sucede en el mundo (...)".
"Estamos contra el Estado económico. Las doctrinas socialistas han quebrado, los mitos internacionales han caído; la lucha de clases es una fábula (...)".
Estado-árbitro.
"(...) Por encima de todos los contrastes de intereses, (...) existe la autoridad del Gobierno, el cual está en condiciones propicias para ver las cosas desde el punto de vista general". "Quien dice trabajo, dice burguesía productiva y clases trabajadoras de la ciudad y el campo. Ni privilegios a una ni a otras, sino tutela de todos los intereses que se armonizan con los de la producción y la Nación". "(...) Cuando los interesados [trabajadores y capitalistas, en la producción] no hayan encontrado por sí mismos el camino del acuerdo y del equilibrio, el Estado podrá intervenir también en este campo con plenitud de derechos, porque representa el otro término del binomio: el consumidor". "(...) Sólo el Estado trasciende a los intereses particulares y de grupo que se oponen entre sí, coordinándolos a un fin superior".
El punto 9º de la Carta del Trabajo expresa "El Estado intervendrá en la producción económica solamente cuando falte o sea insuficiente la iniciativa privada, o cuando entren en juego intereses políticos del Estado mismo. Tal intervención puede asumir la forma de fiscalización, ayuda o gestión directa".
Corporativismo.
"El siglo actual tendrá una nueva economía. Como el siglo XIX ha visto la economía capitalista, el siglo XX verá la economía corporativa".
"El Corporativismo es la economía disciplinada, y por tanto también vigilada (...)". "El Corporativismo supera al socialismo y supera al liberalismo, creando una nueva síntesis".
Según dice la Ley sobre las Corporaciones en el artículo 1º, éstas quedan instituidas por Decreto y, en el artículo 2º se indica que "estarán presididas por un ministro o un subsecretario de Estado, o por el secretario del Partido Nacional Fascista, nombrados por Decreto del Jefe del Gobierno".
En el artículo 6º, se señala que "El Jefe del Gobierno, por decreto, a propuesta del Ministro de las Corporaciones y una vez oído el Comité Corporativo Central, puede constituir comités corporativos para disciplinar la actividad económica de determinados productos (...)". Se habla en el artículo 8 de la "disciplina unitaria de la producción ".
Cadáver de Mussolini junto a su amante Claretta Petacci
Dice el lema fascista "todo dentro del Estado, nada fuera del Estado y, especialmente, nada contra el Estado". Esta idea del Estado como sujeto supremo se ilustra en lo económico en los siguientes conceptos:
En palabras de Mussolini: "(...) el sindicato no está ya fuera del Estado, ni contra el Estado, sino en el Estado (...) y, en consecuencia, con el derecho de representar todas las categorías y de imponer a todas las categorías una contribución sindical obligatoria". Por su parte, el punto 3º de la Carta de Trabajo dice: "La organización sindical o profesional es libre. Pero sólo el sindicato legalmente reconocido y sometido a la disciplina del Estado tiene derecho a representar legalmente todas las categorías de patronos y obreros del ramo para que está constituido".
Dice el punto 6º de la Carta de Trabajo: "(...) Siendo la organización privada de la producción una función de interés nacional, la empresa se hace responsable ante el Estado de la marcha de la producción que le compete (...)". "En la Italia Fascista el capital está a las órdenes del Estado; hay que emigrar a los países (...) liberales para constatar un fenómeno netamente opuesto: El Estado pronto a las órdenes del capital".
Agrega Mussolini: "En lo que se refiere al crédito (...) este sector tiene, por mil razones, que depender en absoluto del Estado".
"Hoy todos los elementos de la producción, Capital, Técnica y Trabajo entran en el Estado, y allí encuentran los órganos corporativos para la armonía y la colaboración (...)". El punto 4º de la Carta de Trabajo expresa "En el contrato colectivo de trabajo encuentra su expresión concreta la solidaridad de los varios factores de la producción, conciliando lo intereses encontrados de patronos y obreros, y subordinándolos a los intereses superiores de la producción".
"(...) Todas las organizaciones económicas reconocidas, garantizadas, tuteladas por el Estado Corporativo, viven en la órbita común del Fascismo; esto es, aceptan la concepción doctrinal y práctica del Fascismo y están guiadas por hombres inscritos regularmente en el Partido. No podría ser de otro modo". Incluso para la búsqueda de personal, según dice el punto 23º de la Carta del Trabajo, "(...) los patronos tienen la estricta obligación de concurrir a estas Oficinas de Colocación, reservándose en cambio el derecho de elegir entre los inscritos, aunque deben preferir a los que pertenezcan al Partido y a los Sindicatos Fascistas (...)". Esas Oficinas de Colocación están "(...) bajo el control de los órganos corporativos del Estado".
"La ordenación sindical corporativa es la piedra angular del Estado Fascista (...)". "Hoy nosotros vamos a disciplinar todas las fuerzas de la industria, todas las fuerzas de la banca, todas las fuerzas del trabajo".
Las tres fuerzas históricas Nación, Capital, Corporaciones están "en relación de estrecha interdependencia (...) En este claro concepto está el núcleo del Sindicalismo Fascista, para el cual la colaboración es la regla y la pugna es la excepción". "La colaboración está en la práctica, se ha visto que hay un límite para el capital y un límite para el trabajo. (...) pero la colaboración ha de ser recíproca". "Para la colaboración de las clases se necesita una absoluta lealtad por ambas partes".
Economía militarizada.
Dice Mussolini: "La definición puede ser ésta: El Consejo Nacional de las Corporaciones es en la economía italiana lo que el Estado Mayor en el Ejército: el cerebro pensante que prepara y coordina. La semejanza militar no os desagradará, porque la economía italiana tiene que combatir, en verdad, una ruda e incesante guerra que requiere un Estado Mayor, mandos y tropas que se hallen a la altura de la situación para la misión que se les confía".
"(...) Los industriales pueden ser definidos en el campo de la producción como 'el mando y la oficialidad del gran ejército del trabajo'", "(...) los obreros, como la tropa, son los elementos indispensables para la batalla, y la victoria es también el resultado de las relaciones que se establecen entre oficiales y soldados".
El Fascismo como modelo político.
Desprecio por el liberalismo político (democracia).
"(...) Como el parlamentarismo ya no puede caer más bajo, pues donde no ha muerto agoniza, es claro, lógico y fatal que las Corporaciones superen, en tanto que son sistema representativo, a esta institución que nos viene de otro siglo (...)". "Sólo con el fascismo el pueblo italiano, por encima y más allá de las grotescas mentiras convencionales del sufragio demoliberal, ha llegado a ser parte integrante del Estado".
"Todos aquellos partidos que hemos liquidado inexorablemente (...) consideraban a la masa obrera (...) como una especie de rebaño electoral, que de cuando en cuando debía depositar un famoso papel en la urna, para demostrar con esta solemne y ahora ya documentadísima mentira constitucional que el pueblo es soberano".
"La actual Cámara de Diputados debe disolverse porque ha concluido ya la legislatura". "Es perfectamente comprensible que un Consejo Nacional de las Corporaciones sustituya in toto a la actual Cámara de Diputados. La Cámara de Diputados no me ha gustado nunca. En el fondo esta Cámara de Diputados es anacrónica hasta en su título. Se trata de una institución que hemos encontrado y que es extraña a nuestra mentalidad, a nuestra pasión de fascistas". "La Cámara presupone un mundo que nosotros hemos demolido; presupone pluralidad de partidos (...) Desde el día en que nosotros hemos anulado esta pluralidad, la Cámara de Diputados perdió su razón de ser". "Cuando se creó el Gran Consejo Fascista (...) murió el liberalismo político".
"Tenemos el mérito de haber hecho del gobierno una cosa viva, palpitante, (...) no el gobierno abúlico y amorfo, que se deja calumniar e insultar en una especie de duelo ridículo, en el que la oposición, sagrada e intangible, posee todos los derechos (...). Esta es una teoría absolutamente suicida, y si en ella se compendia la doctrina del liberalismo, entonces yo me declaro resueltamente antiliberal".
"Hemos sepultado el viejo Estado democrático, liberal, agnóstico y paralítico, el viejo Estado que en homenaje a los inmortales principios deja que la lucha de clases se convierta en una catástrofe social".
Unidad de Poder.
Dice Mussolini: "(...) para hacer el Corporativismo pleno, completo, integral, revolucionario, se necesitan tres condiciones:
Un partido único, para que al lado de la disciplina económica actúe también la disciplina política, y exista, por encima de encontrados intereses, un vínculo que una a todos en una fe común".
Pero no basta eso. Hace falta, además del partido único, el Estado totalitario, esto es, el Estado que asume, para transformarlas y potenciarlas, todas las energías, todos los intereses y todas las esperanzas de un pueblo"
Más tampoco esto es suficiente. Se necesita (...) vivir un período histórico de altísima tensión ideal"
"Nosotros vivimos en un período así".
El Fascismo como modelo de sociedad.
Glorificación del trabajo y de la productividad - Disciplina.
Mussolini dice que "(...) el trabajo es la cosa más alta, más noble, más religiosa de la vida". Proclama "(...) la igualdad del hombre ante el trabajo, entendido como deber y como derecho, como alegría creadora que debe ensanchar y ennoblecer la existencia, no mortificarla o deprimirla. Tal igualdad de base no excluye, al contrario, exige la más neta distinción de jerarquías, desde el punto de vista de las funciones, del mérito y de la responsabilidad".
"Creo que el Fascismo debe desplegar una gran parte de su energía en la organización, en la disciplina de las masas trabajadoras (...)". En el punto 6º de la Carta de Trabajo se dice "(...) las Corporaciones pueden dictar normas obligatorias para la disciplina de las relaciones de trabajo y también para coordinar la producción (...)". El punto 11º dice "(...) Todo contrato colectivo de trabajo debe contener, bajo pena de nulidad, normas precisas sobre la disciplina (...)".
"Nuestro sindicalismo se distingue de los otros en que por ningún motivo admitimos la huelga en los servicios públicos. Queremos la colaboración de las clases (...) tratamos de meter en la cabeza de nuestros sindicatos esta verdad y esta doctrina". "Hoy no hay individuo que pueda permitirse el lujo de cometer tonterías, y no hay pueblo que pueda entregarse a la juerga de las huelgas continuas y permanentes. Una sola hora, repito, una sola hora de trabajo perdido en una oficina o un taller, ya es una grave ruina de orden nacional".
De la necesidad de autarquía proviene "la necesidad suprema de desarrollar las fuerzas productivas hasta los límites posibles". En el punto 8º de la Carta de Trabajo se dice "Las asociaciones profesionales de patronos tienen la obligación de promover por todos los medios el aumento y la perfección de la producción, así como la reducción del coste (...)". En 1921, en el programa del estatuto del Partido Nacional Fascista se incluía la necesidad de una amplia legislación social siempre y cuando no perjudicara la producción. La idea era promover todo aquello que aumente la productividad del trabajo. Si para determinada actividad era más eficiente la pequeña propiedad, que existiera, si era mejor la propiedad concentrada, que así fuera. El valor protegido es el de la productividad de la economía, que se encuentra en un delicado balance entre el capital y el trabajo, mutuamente interdependientes, que colaboran bajo el ordenamiento del Estado Fascista, para hacer grande a la Italia toda, en un contexto de competencia económica entre naciones.
Idea de Patria. La guerra y la necesidad de independencia económica.
Al definir las líneas que distinguen al sindicalismo fascista de los otros, Mussolini pone en primer lugar la "Aceptación de la idea de Patria, (...) lo que excluye los internacionalismos obligatorios y políticos, (...) pero no excluye los contactos internacionales útiles. La aceptación de la idea de Patria significa la subordinación consciente de las masas sindicales fascistas a las exigencias pacíficas o guerreras de la Nación". "La misión del fascismo consiste en hacer un todo orgánico con la Nación, para el día en que ésta necesite a la masa, como el artista necesita la materia para forjar sus obras maestras".
Como dice la Carta de Trabajo en su punto Nº1, "La Nación italiana es un organismo con fines, vida y medios de acción superiores en potencia y duración a los de los individuos, divididos o agrupados, que la componen. Es una unidad moral, política y económica que se realiza íntegramente en el Estado Fascista". "El Fascismo enseña a subordinar los intereses particulares a los intereses de la Nación. (...) ¡Ay de quien traspase ciertos límites!". Se desea tener "(...) una masa realmente disciplinada, trabajadora, orgullosa de contribuir a la fortuna de la Patria".
"Nosotros unimos todos los elementos de producción y los colocamos en un plan común que es la Nación (...)". "La producción de la riqueza pasa del plano de los fines individuales al de los fines nacionales".
El marco que da sentido al nacionalismo es el siguiente: "(...) Sólo en el terreno internacional se medirán las razas y las naciones, cuando Europa, dentro de algún tiempo, a pesar de nuestro firme y sincerísimo deseo de colaboración y de paz, llegue de nuevo a otra encrucijada de su destino [lo que después fue la Segunda Guerra Mundial]".
"(...) El plan regulador dela economía italiana en la Próxima Época Fascista (...) está dominado por una premisa: la fatalidad de que la Nación sea llamada al trance de la guerra. (...) Esta dramática posibilidad debe guiar todos nuestros actos. En el actual período histórico, el hecho de la guerra es, junto con la doctrina del Fascismo, un elemento determinante de la posición del Estado frente a la economía nacional".
"En un mundo como el actual, armado hasta los dientes, deponer el arma de la autarquía significaría, en caso de guerra, quedar a merced de quienes poseen cuanto se precisa para hacer la guerra sin límites de tiempo o de consumo. La autarquía es, por tanto, una garantía de la paz que con firmeza deseamos, es un impedimento a eventuales propósitos agresivos por parte de los países más ricos". "Sin la independencia económica, la autonomía política misma de la Nación queda comprometida, y un pueblo de alta capacidad militar puede ser doblegado por el bloqueo económico". "Toda la Nación debe forjarse una mentalidad autárquica (...)".
Supresión del ámbito privado.
"Para el Fascismo el Estado es un término absoluto ante el cual en individuo y los grupos son términos relativos. Individuos y grupos sólo se conciben en cuanto están en el Estado". "(...) Hoy no existe un sólo trabajador italiano que no busque su sitio en las Corporaciones, en las federaciones, que no quiera ser una molécula viva de ese grande, inmenso organismo que es el Estado Nacional Corporativo Fascista". "Si quien dice liberalismo dice individuo, quien dice Fascismo dice Estado".
"(...) En la concepción del Fascismo, todo está en el Estado, nada fuera del Estado, y, sobre todo, nada contra el Estado". "(...) nada de humano o espiritual existe, y mucho menos tiene valor, fuera del Estado. En este sentido el Fascismo es totalitario, y el Estado Fascista, síntesis y unidad de todos los valores, interpreta, desarrolla y fortifica toda la vida del pueblo".
"(...) Ninguna esfera de la vida individual o colectiva puede sustraerse al Estado; al contrario, sólo existe en cuanto se ordena en el Estado". "Estamos penetrando en ambientes y en fortalezas que parecían cerradas a nuestras conquistas: sobre todo, estamos penetrando en las almas". "(...) Nosotros tratamos de abarcar, comprender y armonizar toda la vida del pueblo italiano. Por eso, en cada momento de la jornada, en cada segundo de vuestro trabajo, ante las cosas grandes como ante las pequeñas, os debéis considerar soldados de la Revolución (...)".
"La persona en el Estado Fascista no está anulada, sino más bien multiplicada, así como en un regimiento el soldado no esta disminuido, sino multiplicado por el número de sus camaradas".
"El Estado Fascista organiza la Nación, pero deja después al individuo margen suficiente, limita las libertades inútiles o nocivas y conserva las esenciales. En este punto, el juez no puede ser el individuo, sino solamente el Estado".
Estado Sujeto Supremo.
"Queremos unificar la Nación en el Estado soberano, que está sobre todos, y puede estar contra todos, porque representa la continuidad moral de la Nación en la Historia. Sin Estado no hay Nación".
"El Estado es uno, es una mónada indivisible. El Estado es una ciudadela en la cual no pueden existir antítesis ni de individuos ni de grupos. El Estado controla todas las organizaciones que estén fuera de él, pero no puede ser controlado por dentro". "Hemos creado el Estado Unitario Italiano".
En este sentido, Mussolini define al Estado como "(...) un sistema de jerarquías. (...) Pero para que las jerarquías no sean categorías muertas, es necesario que fluyan en una síntesis, que converjan todas a un fin, que tengan un alma, cuya suma sea el alma colectiva (...)". "La crisis de las jerarquías es la crisis del Estado. Darle autenticidad o sustitución a las jerarquías (...) ésta es la misión de la Revolución Fascista, que podrá realizarse tanto por medios legales como a través de la insurrección armada (...)".
"El Fascismo quiere un Estado fuerte, orgánico (...)". "No cree en la posibilidad de una convivencia social que no esté encuadrada en el Estado". "El Estado vuelve por sus derechos y su prestigio como intérprete único y supremo de las necesidades nacionales (...)".
"En el siglo XX no es posible ni imaginar la vida fuera del Estado si no es recayendo en el salvajismo y la barbarie. (...) Si todo esta dentro de él y nada fuera de él, (...) hoy no se concibe al margen del Estado más que al salvaje". "El pueblo es el cuerpo del Estado y el Estado es el espíritu del cuerpo"
Es interesante ver el rol que asume el Estado incluso en las relaciones entre los individuos y las máquinas. En ese aspecto creo se ilustra hasta que punto el Estado asumía una posición de sujeto supremo. Mussolini decía, que en el capitalismo avanzado, "las mismas dimensiones de la empresa superan la posibilidad del hombre (...) es la materia la que doblega y subyuga el espíritu". "El Fascismo restablece en el mundo contemporáneo los equilibrios necesarios, incluyendo entre ellos el del hombre y la máquina: ésta puede subyugar al individuo, pero se plegará ante el Estado, el cual la volverá a poner al servicio del hombre y de la colectividad como instrumento de liberación, no como acumuladora de miseria".
Desprecio por las masas.
Mussolini introduce un análisis que plantea similitudes con la teoría leninista de la vanguardia: "(...) siempre se ha tratado de minorías, pues las famosas masas evolucionadas y conscientes no eran ni evolucionadas ni conscientes, sino conducidas por una exigua minoría (...)". Plantea así la necesidad del factor externo para la movilización de las masas. En este sentido dice que el Fascismo "triunfará porque las masas van educándose, porque nosotros las educaremos mejorándolas cualitativamente seleccionando los mandos, despidiendo a los indignos, espoleando a los vagos". "(...) Todavía hay que mejorar cualitativamente a nuestras masas, hacer circular la linfa vitalísima de nuestra doctrina en el organismo sindical italiano". "Educa el Estado a los ciudadanos en el ejercicio de las virtudes cívicas; los hace conscientes de su misión; los requiere para la unidad; armoniza sus intereses en justicia; (...) eleva a los hombres, desde la vida elemental de la tribu a la más alta expresión de potencia humana que es el Imperio (...)". "(...) A este pueblo el Estado debe decirle grandes palabras, darle grandes ideas, plantearle grandes problemas (...)".
El elitismo se hace presente cuando afirma que "(...) el Estado debe expresarse en la parte más elegida de una determinada sociedad, como guía de las clases inferiores. La decadencia de las jerarquías significa la decadencia de los Estados, (...) cuando la jerarquía política vive al día y no tiene fuerza moral para perseguir fines lejanos ni para subyugar a las masa poniéndolas al servicio de esos fines (...)".
Primacía de los deberes sobre los derechos.
Mussolini dice: "(...) Primero los deberes, y después los derechos". Esto se ilustra en el punto 2º de la Carta de Trabajo, donde se afirma: "En todas sus formas de organización y ejecución, (...) el trabajo es un deber social. Por este título, y sólo por este título, el Estado lo tutela". Por otra parte Mussolini agrega que: "Los propietarios han de reconocer que la propiedad no es solamente un derecho sino un deber (...)".
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Bibliografía
Benito Mussolini, "Del sindicalismo pacifista al corporativismo" y "La concepción fascista del Estado", en El espíritu de la revolución fascista, Antología de los "Escritos y Discursos" recopilada por G. S. Spinetti, Editorial Temas Contemporáneos.