Perspectiva histórica
El concepto de ideología fue acuñado a finales del s. XVIII por Destutt de Tracy. La idea era que configurara un término para la "ciencia de las ideas". Esta debía ser una ciencia natural ya que todas las ideas se generan en la experiencia del hombre en el mundo. En Destutt, la ideología formaba parte de la zoología. La ideología como ciencia empírica aparecía emparentándose a la metafísica y limitada por sus supuestos filosóficos a una versión de las ideas consideradas como "sensaciones transformadas" y a una visión del lenguaje considerado como un sistema de signos. Estas limitaciones no eran solamente científicas y empíricas, sino que eran elementos de una perspectiva básicamente burguesa de la existencia del hombre.
La objeción inicial a esta concepción estuvo basada en que excluía cualquier concepción activa de la inteligencia.
Más tarde Napoleón y luego Marx considerarían la ideología desde una visión despectiva, como una "teoría irreal" o como una "ilusión abstracta".
Si bien el concepto de ideología no se origina en el marxismo, existe un concepto importante sobre las ideas en casi todo el pensamiento marxista.
En los escritos marxistas aparecen corrientemente tres versiones del concepto ideología:
Un sistema de creencias característico de un grupo o una clase particular.
Un sistema de ideas falsas o "falsa conciencia".
El proceso general de la producción de significados e ideas.
Dentro de una variante del marxismo, las versiones a) y b) pueden ser combinadas. En una sociedad de clases todas las creencias están fundamentadas en la posición de clase (a) y los sistemas de creencias de todas las clases que preceden al proletariado son, por tanto, parcial o totalmente falsos (b).
Otra forma de conservar y distinguir estas dos versiones es utilizar a) para los sistemas de creencias fundados en la posición de clase (incluyendo la del proletariado) y b) para contrastar con el conocimiento científico que se basa en la realidad antes que en las ilusiones.
La versión c) socava la mayoría de estas asociaciones y distinciones ya que el proceso ideológico es considerado como un proceso general y universal y la ideología es, o el proceso en sí, o su campo de estudio, pero no ambas cosas.
En esta situación no puede existir una única definición marxista "correcta" de ideología.
Sin embargo, Williams, luego de un exhaustivo análisis, afirma que la definición de conciencia adoptada por Marx y Engels es efectivamente su definición de ideología: "no la conciencia práctica sino la teoría independiente". Según Engels: "Toda ideología [...] una vez que ha surgido, se desarrolla en conexión con el material conceptual dado, y desarrolla aún más ese material. Las condiciones de vida material de las personas determinan, en última instancia, el curso de ese proceso".
La ideología fue específicamente identificada como una consecuencia de la división del trabajo: "La división del trabajo sólo ocurre realmente a partir del momento en que aparece una división entre el trabajo material y el trabajo mental [...]. La división del trabajo [...] se manifiesta en la clase dirigente como la división entre el trabajo mental y el trabajo material, de modo que dentro de esta clase una parte la constituyen los pensadores de la clase (sus ideólogos conceptivos, activos..) mientras que la actitud de los demás en relación con estas ideas e ilusiones es más pasiva y receptiva debido al hecho de que ellos en realidad son los miembros activos de esa clase y tienen menos tiempo para producir ilusiones e ideas sobre ellos mismos".
"Toda nueva clase [...] se ve obligada a representar su interés como si fuera el interés de todos los miembros de la sociedad; esta clase dará a sus ideas la forma de la universalidad y las representará como la únicas ideas racionales, universalmente válidas" (la ideología).
Por lo tanto, el concepto de ideología oscila entre "un sistema de creencias característico de cierta clase" y "un sistema de creencias ilusorias que puede ser contrastado con el conocimiento verdadero o científico".
En los hechos, la ideología recae en una dimensión práctica y específica: el proceso dentro del cual los hombres se vuelven conscientes de sus intereses y sus conflictos y la distinción entre verdadera y falsa conciencia es efectivamente abandonada.
Actualmente, para que una clase social adhiera a determinada ideología, los dirigentes (que no necesariamente son los ideólogos) apoyados en los medios de comunicación construyen sus ideas y una imagen de sí mismos acordes a la clase social que quieren conquistar.
La intención del político es seducir al votante. El político deberá adaptarse a los lenguajes y géneros prevalecientes en los diferentes segmentos del electorado a los que quiere acceder.
Desde la tradición de comunicación oral pasando por la escritura hasta llegar a los medios actuales, se suceden y superponen criterios de verdad y de desempeño: Siempre unos fueron los que mejor hablaban, escribían o escenificaban. El discurso no solo tiene destinatarios diferentes y simultáneos por cálculo electoral o intención política, sino que también respeta reglas distintas según sean pasajes destinados a la comunicación personal directa o la mediatizada.
Para esto los políticos deben aprender el lenguaje de los medios para construir sus imágenes ante la opinión publica. La imagen del candidato supone la primacía de lo visual, pero son las palabras las que definen y anclan el sentido de la imagen. La imagen no suprime sino que necesita de los discursos, mensajes, propuestas y promesas electorales.
Una buena aparición de un político en el flujo informativo diario y en situaciones políticas no electorales es muy importante para la conquista de cierta imagen y para la confiabilidad de la gente.
La diversificación de mensajes electorales contiene el obvio riesgo de perder lo que se tiene, por querer sumar otros contingentes de votantes con intereses y tradiciones políticas distintas. Los votos que entran por un lado pueden provocar ciertas pérdidas por el otro. Por eso, como plantea Muraro, la caza sistemática del voto dubitativo dentro de un sistema fuertemente bipartidista, conduce necesariamente a los partidos políticos a adoptar un discurso también dubitativo.
El posicionamiento inicial es fundamental para definir la imagen de sí mismo y del adversario. Siempre la imagen y la propuesta propia se constituyen en relación, marcando la diferencia que entabla con otras, particularmente con el adversario principal.
La política se nutre de todos los lenguajes porque pone en juego las mas diversas dimensiones emocionales, cognitivas y valorativas de las personas. No hay campaña electoral sin argumentación y la letra escrita de los programas partidarios se devaluó sola al no cumplirse casi nunca desde los gobiernos. Todo lenguaje de por sí es una simulación, no es una realidad que pretende expresar o representar. Simular significa representar, reproducir, pero también significa fingir, engañar o sustituir. Cuanto más débiles son los partidos, mayor será la intervención de la televisión en la construcción de la escena política. Se produce entonces una escisión entre la representación institucional de la política y lo que esto simboliza, que queda en manos de una avasallante industria de las comunicaciones.
En la Argentina, la televisión hizo un trayecto cuyo punto de partida fue la escenificación de los lugares y géneros tradicionales de la política, para desembocar en la postrancisión sosteniendo a la política en gran medida desde sus géneros propios y posibilitando el pasaje de artistas, deportistas y personalidades, al campo de la política.
Sin embargo, el sostén de este proceso es el dispositivo político transpartidario, generado desde el gobierno en un contexto de descrédito de los partidos.
La radio tiene menos recursos técnicos que la televisión para construir o mejorar el perfil de un político, aunque lo expone menos y por lo tanto, es menos riesgosa.
Influencia de los medios en la política a partir del '83.
En la Argentina, la prensa escrita mantiene la función de instalar las temáticas y los acontecimientos que durante el día se ampliarán y reciclarán por la radio y la televisión.
La televisión en este país es mas importante en la exhibición visual de los hechos y en la circulación de ciertos argumentos, que en la instalación de noticias o temáticas nuevas.
Luego de la guerra de Malvinas, aún en el gobierno de facto, la presencia de la sociedad, los partidos y los medios fueron decisivos para garantizar la realización de las elecciones de octubre de 1983.
A partir de entonces, la gente volvió a ocupar las calles, las plazas y los diarios reingresaron al curso de la transición democrática.
La prensa escrita asumió funciones sustitutivas de las frágiles instituciones: presentó y legitimó a políticos y se constituyó en foco de debates.
La televisión se ubicó en esta escena de transición democrática. Los cuatro grandes canales de la Capital habían sido repartidos en 1976 entre el Ejército, la Marina, la Aeronáutica y el Poder Ejecutivo. La agonía del proceso dejó a los canales en una situación incierta y a la deriva.
Con la campaña electoral del '83, renacieron el acto, la tribuna y la palabra política. La televisión acompañó el contacto directo de los políticos con la gente.
Desde el campo publicitario, se celebró esta novedad con exageración, diciendo: "Por primera vez la televisión triunfó con un candidato en la Argentina [...]. Después del 30 de octubre de 1983, ya nadie podrá dar la espalda a la televisión en una contienda electoral".
La imagen televisiva tuvo la función de elevar a la pantalla el discurso del candidato, ya sea en actos, o detrás de un escritorio con la bandera nacional al costado.
La publicidad televisiva acentuó rasgos de calidez, confiabilidad y previsibilidad del candidato radical, le construyó una suerte de carisma manso, apropiado para una población que quería salir de la incertidumbre de la violencia, el poder autoritario y los sobresaltos. La campaña fue personalizada bajo lemas como: "Ahora, Alfonsín. El hombre que hace falta".
La marca publicitaria fue un acierto. Las iniciales del político eran las mismas que las de la República Argentina y un óvalo con la bandera nacional de fondo y con las letras R.A. logró ordenar visualmente el paisaje de imágenes, gestos y palabras.
La televisión, fue una gran protagonista de las elecciones del año 1983. Fue más un escenario que un actor directo de la política.
La mediación televisiva del espectáculo político durante la campaña de 1983 en la Argentina y en los primeros años del gobierno de Alfonsín, se ajustaba a dos pautas básicas: el género principal del lenguaje político era el discurso, y la escena televisada se registraba en los espacios clásicos de la política: la sesión parlamentaria, el acto y el discurso oficial.
Carlos Menem ingresó en la campaña electoral de 1989 desde una posición periférica respecto del centro de una escena política oficial que estaba en un vertiginoso desgaste. Menem significaba el reemplazo de la centralidad de la palabra por la del gesto y la imagen. Algunos comunicadores generaron un Menem casi rubio, alto y de ojos celestes.
Posturas Ideológicas en la Argentina a partir del '83.
A partir del año 1983, quedaron definidas tres posturas ideológicas concretas: la derecha, la izquierda y el centro que fueron integradas por distintos partidos políticos.
La derecha siempre tuvo preferencia por valores "tradicionales" considerados con independencia de otros aspectos, con énfasis en lo moral y a menudo con una percepción autoritaria del orden social.
Dentro de esta postura, se ve enmarcada políticamente la UCeDe (Unión de Centro Democrático), fundada por Alvaro Alsogaray. En cuanto a lo económico, este partido tiene una tendencia liberal: respalda la iniciativa individual y los derechos de propiedad, con un rol limitado para el Estado.
Desde el '83 hasta nuestros días, no logró ninguna victoria, aunque del '87 al '89 llego a ser la 3ª fuerza, aumentando su caudal de votos en el período '83 - '89.
Por su parte, la izquierda tiene preferencia por un orden decididamente colectivista, ya sea explícitamente marxista o no.
Esta postura se vio representada por diversos partidos políticos debido a las divergencias existentes dentro de ella. Por ejemplo: el Partido Intransigente (PI), el Partido Comunista (PC), el Movimiento al Socialismo (MAS), el Partido Obrero (PO) y el Frente de Izquierda Popular.
Esta tendencia política ha perdido caudal electoral en los últimos años de manera significativa. A pesar de esto, en las elecciones del año 1991, la izquierda retomó un lugar importante debido a una alianza realizada entre justicialistas disidentes y gente de la izquierda propiamente dicha, llamada Frente Grande.
La ideología del centro es la que está más arraigada al elector, aunque tiene diferentes posturas con tendencias hacia la izquierda o la derecha, pero no de manera extrema.
Dentro del centro, aparecen dos sistemas bien diferenciados:
El social-demócrata, con preferencia por un sistema político democrático liberal con fuerte énfasis en el "estado de bienestar".
El corporativista, con preferencia por un orden social donde los sectores e instituciones organizados tienen un papel central en las principales decisiones colectivas, con un papel muy activo del estado.
Esta ideología de centro, concentra a los dos partidos mayoritarios de la Argentina: la Unión Cívica Radical (UCR) y el Partido Justicialista (PJ).
La UCR históricamente se caracterizó por representar a la clase media. La última vez que llegó al gobierno fue en el año 1983. Se la podría encasillar en la corriente social-demócrata, especialmente tomando este último gobierno.
El PJ representaba a los sectores de bajos ingresos de la sociedad, aunque en este gobierno presidido por Carlos Menem (desde el '89) los sectores altos también se ven identificados con su accionar.
Hasta 1989, el PJ se encasillaba dentro del sistema corporativista, pero a partir de ese año fue orientando sus políticas socio-económicas hacia la "derecha liberal", similar a la sostenida por la ya mencionada UCeDe.
Esta actitud, fue dividiendo al partido oficial, haciendo que los sectores más progresistas del partido no estuviesen de acuerdo con su política, lo que provocó alejamientos y nuevas alianzas políticas, como la del ya nombrado Frente Grande.
Evolución de la imagen del Chacho Alvarez.
La actuación política de Carlos Alvarez comienza en 1967, paralelamente a su ingreso a la Facultad de Filosofía y Letras para estudiar Historia. En ese año empieza a militar en el peronismo que estaba proscripto desde de 1955.
Su militancia en el peronismo Alvarez la define como "un peronismo de izquierda y progresista". En el mismo año, Alvarez se incorpora a la CGT de los Argentinos, la fracción más combativa del Movimiento Obrero encabezada por Raimundo Ongaro. A partir del año '72, Alvarez se encolumna en la JOTAPE (la rama combativa del justicialismo).
Durante el año 1974, los montoneros (que conducían a la JOTAPE) deciden pasar a la clandestinidad. Alvarez disconforme con esta medida, emigra a otra corriente justicialista, la JP Lealtad, que se oponía a la confrontación con Perón.
En 1975, una vez muerto Perón, el clima político del país era insostenible, debido a las grandes diferencias ideológicas que mantenían los montoneros y la ortodoxia peronista. Viendo este clima, Alvarez decide retirarse de la política. Desde 1976 hasta 1983 no practicó política activamente.
Con la llegada de la democracia, y la derrota del peronismo en las elecciones, Alvarez decide militar nuevamente en el partido justicialista.
Desde su lugar de trabajo (el senado), Alvarez saca la revista Unidos, dirigida a los sectores más intelectualizados del peronismo. En 1987, sus ideas renovadoras sobre el justicialismo se ven reflejadas en la victoria de Cafiero en la gobernación de la Provincia de Buenos Aires. A partir de ese momento, Alvarez tiene una participación muy activa dentro del movimiento renovador (ideológicamente de centro-izquierda) encabezado por Antonio Cafiero.
Con la victoria del justicialismo en las elecciones del '89, Carlos Alvarez ingresa como diputado representando a la Capital. Durante el primer año del gobierno de Menem, Alvarez comienza a distinguir un claro viraje ideológico; de una ideología de centro-nacionalista, el gobierno pasa a una desprolija ideología neoliberal.
Es precisamente este cambio ideológico lo que obliga a Alvarez a retirarse del partido justicialista, junto con un grupo de diputados justicialistas también disidentes, que, junto al Chacho, forman en 1991 el Grupo de los Ocho, con un discurso opositor al gobierno de Menem. Sus principales puntos de crítica eran: la desigualdad social, la corrupción y la traición de Menem hacia el "pueblo peronista".
A partir de la creación del Grupo de los Ocho, Alvarez intenta alianzas políticas con diferentes partidos de centro-izquierda o de izquierda (socialistas, comunistas, demócrata-cristianos). En 1992, Alvarez y el cineasta "Pino" Solanas (un peronista opositor al gobierno de Menem) crean el Partido del Sur, que hacía críticas fuertes al gobierno, principalmente apuntadas al plan económico.
En 1993 se crea el Frente Grande, un partido que une a diversos sectores de la izquierda. En su primera elección (por diputados y senadores) el Frente Grande emerge como la tercera fuerza política, gracias a un discurso fuertemente opositor al gobierno.
La figura de Carlos Álvarez empieza a crecer gracias a tres premisas básicas:
Discurso: Opositor. Claro.
Imagen: Carismática. Sincera.
Actitud Política: Utiliza su discurso e imagen para captar votos de distintos sectores políticos y de los independientes.
Su aparición en los medios era poco frecuente y las alianzas que lo sostenían estaban orientadas mayormente a la centro-izquierda. En esos momentos su discurso no incluía menciones económicas mas que para acusar al oficialismo por su capitalismo salvaje.
La imagen de Carlos Alvarez llega a la cima en las elecciones por constituyentes de abril de 1994, en las que su partido gana las elecciones por la Capital Federal y se posiciona como 3ª fuerza política nacional. Hasta ese momento, el Frente Grande aspiraba a ser oposición, pero Alvarez no pretendía todavía ser candidato a presidente, sino que limitaba sus ambiciones al puesto de intendente de la Ciudad de Buenos Aires.
Con los resultados de abril, cambian los objetivos políticos de Alvarez. Ya no se conforma con la intendencia de la Capital, y quiere dar lucha en las elecciones presidenciales del '95, produciéndose así una expansión hacia el centro en la búsqueda de alianzas con otros partidos para fortalecer su candidatura.
En ese momento -mediados de 1994- se duplicaron las apariciones en los medios gráficos analizados (La Maga, Noticias, Página/12, Clarín) y comienza su proyección presidencial para las elecciones de 1995. Esto vino acompañado de serias especulaciones de alianzas con Octavio Bordón (PJ) y Federico Storani (UCR).
Es en ese momento que su imagen consigue mayores adhesiones (ver encuesta) y su postura, reflejada en esas posibles alianzas, da un giro hacia el centro.
Ese fue el cambio más notorio que dió Chacho Alvarez, ya que en menos de un año pasó de un discurso opositor al plan económico, a la política social y a las privatizaciones, a un discurso moderado, aprobando la política económica del gobierno, negando un "volver atrás" con las privatizaciones y apareciendo más cercano a los grupos empresarios.
En la primera mitad de 1994 no había habido una definición clara más allá de la oposición al plan económico del menemismo. Su discurso era ambiguo hasta el mes de septiembre, cuando presentó su proyecto económico, que coincidía en varios aspectos con el plan económico oficialista.
Como consecuencia, dentro del Frente Grande comenzaron las luchas entre Álvarez y Pino Solanas para definir quién sería el candidato a presidente del Frente en las elecciones del '95 y para establecer el liderazgo político dentro del partido.
A partir de agosto, sus luchas empezaron a ser ideológicas además de posicionales, lo que agudizó la confrontación entre ambos, derivando en un debilitamiento de la postura ideológica de Chacho y en una caída en su imagen pública.
Citas
Fecha: 16/1/94. Diario Clarín. Política. Página 8.
Alvarez dice: "La gente hoy no nos puede ver como una opción de poder porque todavía estamos lejos de serla. Estamos, si, en condiciones de construir una oposición más confiable que la de los radicales".
Fecha: 20/3/94. Diario Clarín. Política. Página 8.
"El Frente Grande sabe que su carta fuerte es la imagen de Chacho Alvarez en el difícil electorado porteño. Las últimas encuestas, aún las del oficialismo, lo muestra mejor colocado en la consideración de los porteños que los candidatos del PJ y la UCR".
Fecha: 20/3/94. Diario Clarín. Política. Página 8.
"Los dirigentes del Frente Grande creen haber acertado con el esquema de campaña cuya característica fundamental es mostrar a esta alianza de centro-izquierda como la verdadera oposición al modelo de exclusión menemista".
Fecha: 17/4/94. Diario Página 12. Reportajes. Página 6.
Alvarez dice: "Esto es solo un pequeño indicio de que los sectores vulnerables al ajuste, llámense docentes, estatales, pequeños empresarios o productores empobrecidos, pueden empezar a encontrar un espacio donde traducir las demandas".
Fecha: 24/5/94. Diario Clarín. Política. Página 12.
"La victoria del Frente en la Capital, en las elecciones del 10 de abril, convirtió -según las encuestas- a Alvarez en el político más popular del país despues de Carlos Menem y entonces la candidatura de Solanas a presidente se transformó en una cuestión abstracta para algunos de los seguidores de Chacho, que propusieron barajar y dar de nuevo. Pino entendió que se lo pretendía aislar y salió a diferenciarse".
Fecha: 5/7/94. Diario Clarín. Política. Página 40.
"Quedamos que íbamos a juntar en julio nuestros técnicos para empezar a unificar una propuesta sobre la base de 4 ó 5 ejes que la gente está exigiendo..." explicó Alvarez en declaraciones radiales.
Fecha: 10/7/94. Revista Noticias.
Alvarez dijo: "Yo no estoy más moderado que el 10/4 respecto a las propuestas económicas, porque entonces no hicimos ninguna propuesta económica".
Fecha: 21/9/94. Diario Clarín. Política. Página 5.
"Alvarez toma como propias tres banderas del ministro Cavallo: Si llego al gobierno, un peso seguirá siendo un dólar, se mantendrá la apertura económica y el equilibrio fiscal".
Fecha: 26/9/94. Diario Clarín. Política. Página 6.
"En Tucumán Alvarez inició su campaña con el mensaje de integrar al país. Esta ciudad fue elegida por el líder del Frente Grande para lanzar su candidatura a presidente de la Nación".
Fecha: 10/10/94. Diario Clarín. Política. Pagina 9.
"En el Frente hay en estos momentos dos debates simultáneos: uno, el ideológico, que ambos contendientes se encargaron de explicitar con dos propuestas económicas encontradas, más moderada la de Chacho, más nacionalista la de Pino".